Leeds, Inglaterra. Actualidad.
¿Dónde estoy?, no lo sé. Trato de identificar algo pero mi vista es borrosa. Veo luces azules y rojas que se filtran a través de los empañados cristales de la ventana… y cinco hombres en frente de mí, apuntándome con sus armas
—¡Baje el arma y ponga las manos en la cabeza! —grita uno de ellos.
Me quedo paralizada. ¿Qué está sucediendo?.
Parpadeo varias veces para tratar de aclarar mi vista y saber dónde estoy. Poco a poco voy reconociendo el lugar. Me encuentro en la sala de la casa de la Señora Parker. Ella es muy especial para mí, demasiado. Cada vez que ella aparecía sentía que me sacaban de las tinieblas del abandono, y me ofreció la calidez que jamás había sentido antes de su llegada. Se encargó de mí hasta que tuve la edad suficiente para salir del orfanato, y no puedo expresar en palabras lo profundamente agradecida que estoy con ella.
—Baje el arma, ahora —vuelve a decir, esta vez de forma más imperativa.
En ese momento me doy cuenta de que tengo un arma en mis manos. Estas están cubiertas de un líquido rojo, uno que se seca poco a poco en piel en una desagradable sensación. También hay un hombre en el suelo, inmóvil, y a su alrededor hay una gran mancha de color rojo oscuro, casi negro.
Estoy asustada. No sé qué he hecho, o si realmente hice lo que creo que hice. Bajo el arma despacio, poniéndola en el suelo para poder llevar mis manos a la cabeza.
—Tranquila, toda va a estar bien. Ya pasó —dice un policía, mientras me esposa.
¿Por qué dice tal cosa si me está apresando?
Unas cuantas lágrimas caen por mis mejillas, y tiemblo. La Señora Parker trata de acercarse con expresión intranquila, pero la detienen los policías.
—No le hagan nada. Ella no tuvo la culpa —solloza la Señora Parker.
¿De qué está hablando? ¿Culpa? ¿De qué?
¿Qué fue lo que hice…?
—Red, despierta —expresa alguien que sacude mi cuerpo, hasta que hace que me despierte.
Abro mis ojos y frente a mí está Devon, observándome. Sus penetrantes ojos verdes me miran intensamente. Me recuerdan a los colores del bosque, enigmáticos y misteriosos.
—¿Qué… sucede? —le pregunto con voz adormilada. No puedo creer que haya soñado de nuevo con eso. Siempre es lo mismo, pero nunca averiguo qué pasa después; tal vez sea una parte de un recuerdo de mi pasado, o solo una estúpida pesadilla que mi cerebro no se cansa de repetir una y otra vez.
—Drexler te necesita ahora. Tiene que ver con la nueva misión. No sé nada más al respecto, pero sí te puedo asegurar que está muy desesperado —dice Devon.
Drexler es el jefe toda la comunidad. Será mejor que no lo haga esperar.
—Él siempre me necesita —digo, levantándome.
Me duele la espalda, esta cama es muy incómoda y dura. Además, estoy sin comer desde ayer; una vez terminé la misión vine directo a la cama… si es que se le puede llamar así.
Pero bueno. No puedo quejarme. Tuvimos suerte de encontrar un refugio.
Caminamos por el pasillo, con dirección a la sala de juntas, el lugar donde está Drexler. Este lugar es como un laberinto. Es relativamente fácil perderse aquí adentro, pero con el tiempo te aprendes el camino a cada sala. Devon está a mi lado derecho. Estar cerca de él me hace sentir más pequeña, pero no menos fuerte, y tengo toda el derecho de sentirme así: Tiene un año más que yo, y mide un metro con ochenta y tres. Hay otras cosas que me llaman mucho la atención de él, entre ellas su largo cabello negro, el moderado grosor de su musculoso cuerpo, y su rostro de modelo de revista.
ESTÁS LEYENDO
Red Demon
ParanormalHayley Scherzer es una chica de diecisiete años que cada día arriesga su vida por un propósito que desconoce. Siempre sigue órdenes. Nunca pregunta. Solo cumple. Lo único que sabe es que hay criaturas mortales que amenazan con destruir a la humani...