Wakefield, Inglaterra.
Estamos en un callejón oscuro y está nevando. Tengo frío... pero saber que muy pronto empezará la acción hace que mi cuerpo sienta que entra en calor.
Llegamos a una puerta grande, de un color marrón oscuro como el óxido, y mi adrenalinada está al tope, producto de la incertidumbre.
Nuestra mision no podría ser más simple: entramos, no tan sigilosamente, matamos a los cuatro Locktolls y sacamos toda su sangre para depositarla en unos compartimentos. Después de eso solo tenemos que preocuparnos por volver al lugar de donde hemos salido, claro... si todo sale de acuerdo al plan.
Devon se prepada para tumbar la puerta. Cuando lo hace ésta golpea contra la pared provocando un sonido que me hace pensar que la pared tras ella ha sufrido agrietado y nosotros entramos. No se ve ni la más mínima partícula de polvo; todo está oscuro. Devon enciende su linterna y empezamos a buscar por todo el lugar, atentos a cualquier percance. Cuando atravesamos el umbral de la sala empiezan los disparos sin previo aviso y nos vemos obligados a retroceder. Yo no tengo una pistola, tan solo mis cuchillos ya que no creí que necesitara algo más, en cambio Devon si vino preparado.
Y así el idiota de Drexler quería que viniera sola.
Lo retaría a que fuese él quien realizara una que otra misión, pero como es un mariquita que se esconde de todo el peligro, no se atrevería ni a salir del refugio (solo hizo tal cosa una vez, y sigue siendo un gilipollas).
Devon me hace señas para que lo cubra, y trato de ponerme a la tarea al instante. No sé cómo demonios piensa que lo haga, pero buscaré una manera. A mi lado hay un vistoso jarrón, lo cojo y lo lanzo mientras ellos recargan sus armas, con la esperanza de que el golpe resulte lo suficientemente contundente.
Agh, odio las malditas pistolas. Mi compañero aprovecha el momento para adentrarse más y a una velocidad increible mata a dos tipos con su arma de plasma. Yo, por otro lado, trato de acercarme y uno de ellos se me tira encima. Caemos sobre mi espalda y el peso de la criatura me quita el aliento. Sin embargo, logro quitármelo de encima y le rebano la garganta haciendo que su sangre caiga en todo mi cara. ¡Maldición! Esto es un asco. La sustancia tiene una calidez y una textura que me provoca arcadas.
Aun falta un hombre, y lo detecto mientras intenta escapar al callejón.
El hombre comienza a dispararme y me oculto antes de que una de sus balas perfore mi piel. Cuando escucho que recarga su arma le lanzo mi cuchillo y éste se le clava en el pecho. El hombre se lo retira en medio de alaridos y una mueca de dolor mientras yo me acerco. Me mira de una manera extraña, con admiración... o eso creo.
-¿Ángel eres tú? -pregunta el hombre estirando sus brazos para tocarme.
-¿Qué? -frunzo el ceño y me aparto antes de que consiga tocarme.
-Ayúdame de nuevo, ángel. Por favor. No me dejes... -lo interrumpe una tos húmeda y sonora que le hace expulsar un poco de sangre por su boca.
¿Quién demonios cree que soy yo? ¿Su salvadora? Pero si soy todo lo contrario a eso...
Sus ojos sigues pegados a mí, pero se que ha muerto, y que me haya mirado hasta fallecer me asusta como el infierno.
-¿Red, estás bien? -Devon aparece de repente y hace que me sobresalte-. Lo siento, no quería asustarte -comenta con tono burlón mientras lo golpeo en el brazo.
-No-vuelvas-a-hacer-eso -gruño enojada. Ya es suficiente que mi rostro esté lleno de sangre y que ese hombre me haya confundido con alguien especial.
-Bien, bien -levanta sus manos en redención. En ellas lleva los compartimentos. Seguro que están llenos, y señala el cuerpo del hombre que acabo de matar.
-Terminemos con esto -ya quiero llegar regresar. Quiero ducharme porque siento que empiezo a oler mal.
*******
No falta mucho para llegar al refugio. Es un búnker, antiguo pero muy grande y resistente. Nadie me ha dicho cómo lo encontaron ya que no se ve a simple vista por su ubcación bajo la tierra. Supongo que la única forma de encontrarlo es saber dónde se encuentra, por más lógico que suene.
-Estoy muy cansado -se queja Devon-. Quiero dormir.
-Tú no eres el que tiene sangre en la cara, imbécil.
-Cierto.
Lamento no haber llevado al menos un trapo o algo para poder limpiarme un poco.
Al llegar al refugio nos separamos. Él se encarga de llevar el recado a Drexler y yo voy directo al lugar que tanto anhelo en este momento: la ducha.
Las duchas son compartidas. Tengo suerte de que no haya nadie más en ellas. No es muy lujoso este lugar, aunque nunca me he quejado de esto. Al menos tiene agua potable. Descargo los cuchillos en el lavamanos y me quito la ropa. Pronto, el agua fría corre por mi piel dándome una sensación de ligereza. El abrazo del frío líquido no consigue desprender de mi cuerpo toda la tensión que tengo, pero algo es algo ¿no?
Termino de limpiarme y me seco. Hay un espejo de cuerpo entero enfrente de mí. Observo a la chica en el; tiene el cabello tan rojo como la sangre, unos ojos anaranjados e intensos como el fuego, una cara redonda y tez blanca, y un cuerpo que a pesar de su delgadez posee algunas curvas. Sin considerarme atractiva, siempre he pensado que no estoy nada mal; me veo como una persona normal y presentable.
Al salir del baño me encuentro a Ryley, un chico de mi escuadrón. Nos saludamos con un simple asentimiento de cabeza. Ryley es tan alto como Devon pero menos musculoso, con cabello marrón, ojos chocolate y una timidez que hace gala al instante.
Me dirigo a mi cuarto, uno que comparto con otras dos chicas. Sé que debo dormir, aunque sean tan solo por tres o cuatro horas.
-¿Qué tal la misión? -pregunta Sarah Howell (alias la tarada), otra chica de mi escuadrón-. Drexler no quiso que fueramos lo cual fue un alivio. Estaba muy cansada.
-Nunca haces nada -pongo los ojos en blanco-. No veo cómo es que consigues cansarte.
-Mmmm, estas enojada ¿eh? -no le contesto ya que es cierto.
Esta chica me fastida con tan solo tenerla cerca. Se cree una modelo de pasarela, aunque bien podría serlo ya que su largo cabello rubio, sus ojos azules, y su tonificado y alto cuerpo le dan un atractivo que no se puede negar. El problema es su actitud desesperante y su terquedad -nunca acata las ordenes, ni mías ni de Drexler- esa misma que le hace creer que es mejor que yo. ¡Que gran mentira! Soy la mejor en lo que hago, por más petulante que suene, y por eso Drexler siempre me busca a mi
-Aunque siempre estas enojada -continúa-. Eres muy malhumorada.
«¡Y tú muy estúpida!»
-O tal ves tú me fastidias... -murmuro.
-¿Qué
-Que creo que voy a dormir -y eso me dispongo a hacer.
Paso por su lado y me acuesto en mi incomoda cama, tratando de ignorar su presencia para poder descansar tranquila.
ESTÁS LEYENDO
Red Demon
ParanormalHayley Scherzer es una chica de diecisiete años que cada día arriesga su vida por un propósito que desconoce. Siempre sigue órdenes. Nunca pregunta. Solo cumple. Lo único que sabe es que hay criaturas mortales que amenazan con destruir a la humani...