Capítulo 8

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A mitad del pasillo Rhy se detiene y hace que choque con su espalda, por culpa de mi distracción. Él me agarra a tiempo y evita que me caiga al suelo.

—Lo siento—se disculpa.

—Tranquilo. Fue mi culpa. No prestaba atención al camino.

—No, no me refiero a esto.

—¿Entonces?

—Me quiero disculpar por la forma en la que me comporté. Sé que fui un completo idiota.

—Tienes razón.

—No ayudas mucho ¿sabes? —suelto una carcajada—. Comencemos de nuevo. 

—Bien —me extiende la mano y yo la tomo, sintiendo un tacto cálido como la sonrisa que me ofrece en un gesto de reconciliación—. Hayley Scherzer. 

—Rhy Swarzak.

—¿Cuál es mi primer prueba? —pregunto inmediatamente abandono su mano.

—Ansiosa por trabajar ¿eh?

—Para eso estoy aquí. Tomo mi trabajo muy enserio.

—Bien. Empecemos entonces.

—Se supone que el líder me tiene que instruir.

—Exacto. Eso es lo que vamos a hacer. Yo soy el líder.

¡¿Qué?!

—Yo...yo creí que Kate era la líder.

—Ella es la segunda al mando. Mañana tienes tu primera prueba.

—¿Cuántas pruebas son?

—Tres. Será mejor que vayas a descansar.

—Bien. Nos vemos mañana —sé que estamos en la misma habitación pero estoy muy cansada y se que dormiré por un tiempo bastante prolongado, aunque sabiendo que me esperan pesadillas.

—¡Scherzer despierta! —abro mis ojos y veo a Kate sentada en la cama del lado.

—¿Qué...? —un bostezo me interrumpe— ¿Qué sucede?

—Tu primer prueba empieza dentro de media hora.

 —Bien, gracias por avisarme —«ahora déjame dormir », pienso—. Estaré lista en cinco minutos.

—Perfecto —se levanta y sale de la habitación. Ni siquiera ha amanecido del todo, pero me encuentro sola en la habitación. Al parecer en Dublín son muy madrugadores. Y eso apesta.

 Diez minutos después entra Rhy.

—¿Lista para la prueba?

—Es muy temprano para una misión ¿no?

—Así hacemos las cosas aquí, Scherzer. Acostúmbrate o si no vete.

—Bien, bien —levanto mis manos en señal de redención—. Solo era un comentario.

Me observa por un momento, no puedo descifrar qué piensa. Es como si tuviera una barrera que me hace inescrutable toda su figura.

—¿Qué piensas?

—En una estrategia complicada para ti.

—¡¿Qué?! ¿Por qué? —pregunto molesta—. ¿Tanto me odias?

—¿Crees que tus pruebas van a ser sencillas? Si piensas eso entonces regresa a tu comunidad, donde las cosas son fáciles —replica igual de molesto y con los brazos cruzados formando un gesto que me resulta petulante.

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