Jiang Cheng tiene un secreto. El tiene la capacidad de leer mentes.
No solo puede saber los pensamientos de las personas, tambien puede sentir el sabor de las emociones y ver retazos de recuerdos que las personas conjuran en sus subconscientes.
En...
Unos pequeños extras que tienen que ver con osmanthus y vestidos.
¡Disfrutenlos!.
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Todo el mundo piensa que tratar de superar en astucia a Wei Wuxian es lo peor que puedes hacer. Pero para Jiang Cheng es algo que sabe mejor que nadie.
Tiene suficiente experiencia como para saber que la segunda peor cosa que puedes hacer es apostar contra Wei Wuxian.
Sin embargo, ¿cuál es la primera peor cosa que puedes hacer? Definitivamente eso es intentar apostar contra Jiang Yanli.
Por supuesto, esto último no suena muy plausible. En su mayoría, todos se burlarían de ti, pondrían los ojos en blanco y se alejarían con incredulidad si intentaras convencerlos de que la dulce hija del clan Jiang, que solo hornea y cuida las flores en su vida diaria, podría intentar apostar contra alguien.
Jiang Cheng enciende silenciosamente un incienso para las almas incrédulas y espera que nunca llegue el día en que descubran lo buena que es su hermana cuando de apostar se trata.
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Era un día tranquilo de verano, lo suficientemente cerca del otoño como para que las hojas de los árboles temblaran con el viento y amenazaran con caer. El clima era perfecto para disfrutar de un paseo por la ciudad sin tener que soportar el pegajoso calor del comienzo del verano. Sin embargo, esto fue imposible debido a ciertos invitados.
Temprano en la mañana, un montón de carruajes dorados llegaron desde el oeste, casi confundiendo a los pájaros haciéndoles pensar que el sol había salido por el lado equivocado. Naturalmente, estos transportaban a los Jin. O, más específicamente, llevaban a un pavo real molesto, una dulce dama que se merecía algo mejor y un anciano espeluznante que su madre siempre le aconsejaba que no fuera como él en el futuro. Su llegada había arruinado todos sus planes de ir al mercado con sus hermanos.
Por lo tanto, desde temprano en la mañana, la familia Jiang había tenido que fingir sonrisas y fingir ser una familia armoniosa de cinco. Todo mientras los Jin fingían sus propias sonrisas y fingían ser una armoniosa familia de tres. Había sido un infierno.
Después del almuerzo en conjunto de ambas familias, los hermanos Jiang y Wei Ying lograron escabullirse mientras los Jin iban a refrescarse después de su viaje. Caminaron hasta un muelle y se dejaron caer, dejando que sus pies se remojaran en el agua cálida.
—Hagamos una apuesta—, dijo A-Jie sin rodeos, haciendo que los otros dos niños se miraran con aprensión.
"Oh, no", Wei Ying reflejó sus pensamientos con los de Jiang Cheng. "¿Debería siquiera preguntar?". Preguntó en sus adentros a Jiang Cheng.
