Capítulo 4

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Iba camino a la escuela en mi coche. Me faltaba cerca de media hora para llegar, pero iba con tiempo así que me relajé un poco y disminuí la velocidad.

El semáforo se puso en rojo y me detuve, aproveché y encendí la radio.

"¿Qué más quieres de mi, si he pasado esta prueba de tu amor?
Y no tengo el valor de escapar para siempre del dolor
Demasiado pedir que sigamos en esta hipocresía
¿Cuánto tiempo más podré vivir en la misma mentira?
No, no vallas presumiendo no,
que me has robado el corazón y no me queda nada más..."

Genial a veces odio saber español. Hasta en la radio ponen canciones que coinciden con mi estúpida vida.

"...si, prefiero ser el perdedor que te lo ha dado todo
Y no me queda nada más, no me queda nada más..."

Se acabó no voy a oírla más, inevitablemente me hace pensar en Alex y no. Me limite a esperar a que el semáforo cambiara a verde pero de pronto la canción dejó de sonar.

—Este es uno de los temas, que aunque hallan pasado años de su estreno, cada vez que la escuches te va a llegar al fondo del corazón— Habló el locutor y no puedo estar más de acuerdo.

Es la primera vez que la oigo, pero sin duda alguna es excelente.

El semáforo se puso en verde y aceleré lentamente.

—Espero que hallan disfrutado tanto como yo de esta canción titulada El perdedor de Enrique Iglesias ft. Marco Antonio Solís, sin duda dos de los grandes— Siguió el locutor.

Marco Antonio... Marcos, el Casanova de marcos, recuerdo entonces el mensaje que me había mandado la noche anterior y no puede responder porque en ese preciso momento a mi iPhone se le acabó la pila y para cuando cargó yo ya me había quedado dormida.

Una sonrisa escapó de mis labios al recordar cómo me había llamado, cherry, poco original pero me hizo gracia.

Decidí enviarle un mensaje para que no pensara que no le quise responder.

Para: Marcos
"Buenos días Casanova, nos vemos en la escuela"

Enviando esto tiro el teléfono a un lado y
me concentro sólo en conducir, no quiero tener un accidente.

Paso por otro semáforo, a diferencia del pasado, este estaba en verde, así que seguí. Pero como si la suerte no estuviera de mi lado, un coche apareció de la nada y yo desesperada para evitar el choque giré el volante y sin darme cuenta me estampo contra un poste.

Gracias a la vida y a que soy precavida y lleva puesto el cinturón no me pasó nada, no puedo decir lo mismo de mi pobre coche. La parte delantera estaba escachada y ver que brotaba una ligera capa de humo hizo que me invadiera la rabia a niveles descomunales. Bajé del auto y empecé a gritarle al conductor del coche.

—¡¿ERES IDIOTA?! ¡¿ACASO NO SABES CONDUCIR?!

Cuando observo su rostro, me quedo paralizada, no puedo creerlo, él parece estar tan sorprendido como yo. Su boca forma una o al verme, pude notar que se tensó un poco.

—¿Karol? Dios mío Karol ¿Estás bien?— Pregunta algo preocupado pero la rabia me consume.
—Si pero no gracias a ti Alex— Me dirigí hacia donde él estaba y lo inspeccioné— ¿¡Estás loco!? Podrías haber muerto.
—Yo estoy bien. ¿De verdad no te has echo daño?

Más fuerte que yo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora