Capítulo 10

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—Creo que me he tragado un bicho. —Consiguió esbozar una sonrisa llorosa—. Ha debido volar directamente a mi boca. —Se volvió hacia Winterton—. Mis disculpas por arruinar el dúo.

Winterton tuvo la delicadeza de parecer algo desconcertado.

—No se preocupe, señorita Carew. Usted no tiene la culpa; ha sido cosa de la naturaleza. —Su expresión de incomodidad se transformó en un guiño lascivo.

Ella se quedó mirándolo boquiabierta.

—Cierre la boca o le entrará otro bicho, señorita Carew —murmuró Knightson en voz baja.

Portia la cerró de golpe y le dejó el piano a Sophia, que estaba deseando que llegara su turno de lucirse.

—Yo acabaré el dúo con usted —se ofreció Sophia.

—Mejor no nos arriesguemos a que ocurra lo mismo con otro insecto volador — declinó Winterton con una reverencia, y siguió a Portia.

Esta escogió un asiento que evitara que Winterton se sentara junto a ella y que no atrajera una atención indebida. El alivio inundó a Portia al ver que los hombres se dispersaban. Freddy Barrington se sentó junto a la señorita Lucy y Knightson se unió a la conversación de las damas mayores.

Winterton se quedó adherido a ella como el pegamento. Acercó una otomana y se sentó dándole la espalda al resto del grupo. Así bloqueaba de forma eficaz la línea de visión de cualquiera, excepto de la señorita Sophia, que se concentraba en el piano.

Portia se removió en su asiento, incómoda.

—¿Ha tenido un buen viaje hasta aquí, milord? —aventuró.

Winterton sonrió, algo que no estaba muy de acuerdo con su respuesta.

—Lento. A Su Excelencia no le gusta que su carruaje traquetee como suele. —Él se inclinó hacia delante—. Ha sido muy amable al excusar mi atrevimiento de antes.

—No lo excusé, milord. Me aparté de él, que no es lo mismo.

—¿Mis atenciones no son bien recibidas?

—No le conozco, señor. —Incontrolada, su mirada se dirigió a Knightson. Tampoco le conocía a él. Knightson recibió su mirada con un breve asentimiento de cabeza. Ella devolvió su atención al joven Winterton—. Me temo que usted ha ingerido su oporto con demasiada rapidez esta noche.

—Soy más que capaz de controlar el alcohol que tomo —dijo Winterton, irritado.

Portia gruñó para sus adentros.

—Perdóneme. Como he dicho, no le conozco.

—Entonces debería conocerme, señorita Carew. Me intriga usted. Las habladurías dicen que...

Ella levantó la mano para interrumpirle.

—No me importa en absoluto lo que digan las habladurías, milord. Son crueles y del todo inciertas, se lo aseguro.

Él entornó los ojos.

—Pero ¿sabe lo qué dicen?

Portia bajó la voz.

—Que soy una mujer de costumbres libertinas.

Lo que probablemente era cierto, dado su comportamiento de un tiempo a esta parte con Knightson. Se enfrentó a la mirada depredadora de Winterton.

—Soy muy particular, créame.

—Entonces espero merecer que me tenga en cuenta. —Winterton extendió la mano y le dio un rápido pellizco en un pezón.

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⏰ Última actualización: Mar 18, 2015 ⏰

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