Una semana en Genova- Alberca/ Luberto

4: Cita

Era de mañana, Alberto y Luca se encontraban dormidos en la cama de este último, hacía un poco de frío por el otoño, por lo que ambos compartían una cobija no muy gruesa.

Un reloj en el escritorio de Luca comenzó a sonar, anunciando la hora de levantarse. Alberto despertó primero y lo apagó rápidamente, para luego estirarse y mirar a Luca dormir.

—Luca, despierta.— Susurró, causando que el menor se removiera incómodo después de ignorarlo.— Vas a llegar tarde.— Insistió, sin embargo, al ver que lo seguía ignorando comenzó a picar las costillas de Luca.

—¡Estoy despierto!.— río al sentir cosquillas, tratando de apartar a Alberto.

—Levántate, vas a llegar tarde.— dejó de hacerle cosquillas a Luca para sentarse sobre la cama, viendo como este se levantaba molesto, con el cabello revuelto y el ceño fruncido para comenzar a buscar su uniforme entre su ropa.

Alberto también se levantó, se cambió rápidamente y bajó a poner la mesa, dándose cuenta de que la mamá de Giulia ya había hecho el desayuno.

Después de una corta plática con la mujer, Giulia y Luca bajaron y se sentaron en la mesa, encontrando el desayuno ya servido. Alberto se sentó con ellos, desayunando rápidamente para evitar llegar tarde.

Al terminar de desayunar, Luca y Giulia se despidieron de la madre de esta última, y Luca se despidió de Alberto dándole un pequeño beso cuando nadie miraba.

El día pasó muy lento para Luca, quien estaba emocionado por llevar a Alberto al museo y al planetario, sus lugares favoritos. Además, tenía planeado que dieran una vuelta por la costa, sin acercarse mucho al mar, ya que él consideraba peligroso que los vieran como monstruos marinos y Alberto no solía ser muy precavido en ese tipo de situaciones.

Se encontraba sumido en sus pensamientos en la última hora de clase, con los brazos sobre el escritorio y la cabeza recostada sobre estos, esperando que la hora que faltaba pasara rápido, mirando el reloj en la esquina del salón cada 5 minutos.

Comenzó a pensar que no debió contestar tan rápido su examen, ya que fue de los primeros en terminar y lo único que podía hacer ahora era esperar a la salida.

Después de varios largos minutos en los que casi se duerme del aburrimiento, le alegró escuchar la voz del profesor diciendo:

—Los que hayan terminado el examen pueden sentarse afuera, en 15 minutos mas es la salida.

Luca guardó rápidamente sus cosas y salió del aula, sentándose en un banco que se encontraba delante del salón, ansioso por salir.

Unos minutos después Gianna salió del salón para sentarse junto a Luca.

—Parece que estás desesperado por irte, ¿Tienes algo que hacer hoy?

—Voy a ir con Alberto al museo y al planetario, y tal vez a la playa, ya sabes, si no hay mucha gente.— Dijo emocionado, susurrando esto último.

—Oh, es verdad, puede ser peligroso si alguien los ve. Pero tu te la vives en el planetario, ¿No te aburre?

—Para nada. Además, Alberto nunca lo ha visto, me emociona mostrarle.

—Parece que lo aprecias mucho.— rió Gianna.— Aunque a mi me parece un poco intimidante, es muy alto, y tiene un tatuaje... ¡Parece como si levantara pesas todos los días!.— La chica fingió levantar pesas, refiriéndose a los brazos marcados de Alberto.

—En realidad tiene dos tatuajes.— recordó Luca.— Pero te aseguro que es una buena persona, sabes que no me llevo bien con mucha gente, y el es mi...— hizo una pausa, pensando de que manera decirlo.— Uhm, mi persona favorita.