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Unos gritos me despiertan de mi plácido sueño

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Unos gritos me despiertan de mi plácido sueño. Así que creo que va a ser hora de que me vaya espabilando, porque los gritos no van a cesar y me va a ser imposible seguir dormida.

Me miro en el espejo de la habitación, y niego con la cabeza un par de veces por no echarme a llorar. Me quedé dormida con el traje de la fiesta de ayer, el pelo lo tengo muy alocado, y el maquillaje pues, uf todo corrido. A quién se le ocurre quedarse dormida así, pues si a mi. Pero después de los tragos de ayer no estaba como para cambiarme de ropa y desmaquillarme.

Me doy una ducha rápida para dejar el olor a alcohol aparcado y cuando salgo de la habitación me pongo unos shorts cortos y una camiseta de manga corta ancha que me queda casi por las rodillas. Y cuando reviso que esté todo bien salgo de la habitación.

Llego a la planta baja y me encuentro a todos sentado alrededor de la mesa.

- Buenos días chicos. - saludo con una sonrisa, mirándolos a todos.

- Buenos días. - contestan a la vez.

- No griteis que me duele la cabeza. - indica Daniel, llevándose las manos a la cabeza.

- Ay amigo la resaca te hace mal. - le contesta Charles.

- ¿Qué hacéis aquí alrededor de la mesa? - pregunto.

- Te estábamos esperando para desayunar. - contesta Lando. - Pero rápido, que tengo hambre y quiero mi leche. - dice haciendo una mueca.

Y aquí aparece el chiquito de Lando.

- quieres que te dé un bibi. - bromeo y todos ríen incluida yo, pero Lando me echa una mirada, que si las miradas matasen estaría a trescientos metros del suelo.

- Muy buena esa Zoe, choca los cinco. -  George y yo chocamos las manos.

- ¿Qué vais a querer desayunar? - pregunta Max.

- ¿Y si hacemos tortitas? - pregunto y todos me miran.

- Siiii - grita Lando.

- Dios, Lando que no grites. - refunfuña, Daniel.

- Lo siento - se disculpa el británico haciendo un tierno puchero.

- Buena idea Zoe, vamos que te ayudo. - me dice mi mejor amigo y yo sonrío mientras nos levantamos para ir a la cocina.

- Yo voy preparando la bebida. - comenta Pierre y asentimos.

Carlos y yo nos ponemos a preparar las tortitas, mientras que los demás nos miran atentamente.

- Zoe - dice Charles y lo miro. - ¿Por qué no nos habías dicho que eras tan buena chef? - interroga, y Carlos suelta una carcajada.

- Lástima que no la has visto en su casa cuando más de una vez se le han quemado las magdalenas. - destaca Carlos y los demás sueltan unas carcajadas.

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