Arde

treinta y dos

Esta temporada ya está acabada, los test previos a acabar el mundial ya están completados también. Ahora toca descansar de la Fórmula Uno un rato, aunque seguro que el tiempo se nos va a pasar lento, muy lento. Pero seguro que cuando menos nos demos cuenta estamos otra vez en todo este caos.

Las navidades están aquí ya, Charles y yo hemos organizado un viaje a México de unas dos semanas, de hecho, ya llevamos aquí un día.

No teníamos pensado pasar las navidades fuera de Mónaco, pero al final decidimos que nos hacía falta un descansito. También, al fin y al cabo a Charles las navidades le recuerdan mucho a su padre.

Eso sí, con nada que vengamos de México ya tenemos organizado otros planes: un día iremos a cenar con la familia de Charles, y otro día iremos a Madrid para estar con mi familia, a la que por cierto llevo algo de tiempo sin ver.

México es brutal, es un paraíso. Sus playas son ideales y su gente es como en España, humilde y hermosa. Es una maravilla y el ambiente tan colorido que hay me tiene enloquecida.
A México no hemos venido solos, sino que nos acompañan los amigos de Charles que son todos majisimos. Y también se han unido mis amigos, Jimena y Ricard.

- amor - me despierta Charles.

- mm - murmuro todavía con los ojos entrecerrados.

- Vamos despierta.

- Charles, déjame dormir.

- Zoe, cariño son las once de la mañana. - indica, abro mis ojos.

- Vale, ya estoy despierta - digo y se ríe. - Buenos días.

- Bues días, amor - me da un abrazo.

- ¿Qué haremos hoy? - pregunto.

- Antes de todo, hay que prepararse para desayunar. - responde con una sonrisa.

Algo trama y ese algo no sé lo que puede ser, miedo me da.

Cuando nos terminamos de cambiar de ropa bajamos al comedor del hotel a desayunar. Y al llegar, vemos que nuestros amigos ya están sentados esperándonos, tomamos asiento junto a ellos y nos disponemos a cada uno echarnos en el plato lo que queramos desayunar.

Por mi parte, mi desayuno consiste en un mollete, pan cortado al medio, untando con frijoles refritos, al que se coloca una rebanada de queso para que se derrita. Y un café.

- Zoe - me llama Ricard, bajito para que solo nos enteremos él y yo.

- Dime Ric.

- ¿Sabes lo que pasó ayer? - pregunta y yo niego.

- ¿El qué? - pregunto dándole un sorbo al café.

- Jimena se ha enrollado con uno de los amigos de Charles - confiesa, y sin querer escupo el café de la boca.