Esa noche me fui rápido una vez más. Brandon me dijo que Jaime estaba llegando, pero Jaime no podía verme así: sonrojada, con las manos temblorosas y la respiración agitada. Él se daría cuenta, me conocía, tanto como Brandon. Él también se daría cuenta.
No fui a limpiar durante el día siguiente. Le dije a Brandon que tenía que hacer unas cosas y él me dijo que estaba bien. Para él siempre todo estaba bien.
De todas maneras, esa semana me tocó ayudar luego del colegio en la cocina lo que fue realmente agotador.
El director también me pasó el presupuesto del vidrio y realmente tenía que trabajar bastante para pagarlo.
Odiaba mi vida.
Esquivé a Brandon por varias semanas. Lo saludaba en el colegio, cuando estábamos rodeados de personas, y de hecho podíamos compartir una charla normal. Pero lo evitaba en los momentos a solas, inventaba excusas o le pedía a Jaime que viniera también, era todo mejor así.
Brandon se había mostrado comprensivo y me había dado una llave para que vaya a limpiar su casa. Jaime me había dicho que había tomado unas horas de clase durante la tarde en un gimnasio así que yo sabía que después de las cinco y antes de las nueve él no estaba en casa y era mi momento para ir.
Estábamos llevando las cosas demasiado bien. Estaba contenta, había sido sólo un momento, estaba confundida por lo que había dicho mi hermana y finalmente había entrado en razón, él me llevaba más de diez años, era mi amigo, el mejor amigo de mi hermano, el exnovio de mi hermana y mi profesor, nada más. Nada más.
Había conocido personas nuevas también, afortunadamente en mis clases los chicos eran amables y pronto hice algunos amigos más. A diferencia de mis anteriores compañeros, ellos no sabía mucho de la historia de mi vida, así que estaba bien. Nadie tenía que poner una mirada incómoda cuando otro le recordaba que mis hermanos estaban en pareja, que Rocco era gay, que mi madre se veía envuelta una y otra vez en casos de infidelidad y que mi padre era alcohólico. Era como empezar de nuevo, agradecía haber tomado clases diferentes, me sentía un poco normal.
Candela se había apartado bastante también, no sabía qué era lo que había pasado, pero supuse que estaba acostumbrada a que me dejaran, ella no era la excepción. Hitch y Greg no sabían qué había pasado tampoco, pero supuse que necesitaba un poco de espacio, de todas maneras, yo no era conocida por perseguir a las personas, mucho menos personas a las que les gustaba salir con Abril Iniestra. Como sea.
El segundo Viernes de Junio llegué en mi horario habitual a casa de Brandon y saludé a Minerva que corrió a mí. Había crecido mucho y era muy cariñosa, muy bonita, yo le gustaba y ella me gustaba a mí.
Cuando comencé a moverme vi a Brandon parado en la cocina con una taza en su mano. Él no había dicho que estaría allí, yo no hubiera ido de ser así.
—Hey —saludé sintiendo su pesada mirada en mí. ¿Estaba enojado? Habíamos hablado bien el día anterior, no podía haberse enojado por algo ¿O sí? Yo me había portado bien en la escuela, en casa, con Roxy, no había nada de malo conmigo. —¿Todo bien?
—Le gustas más que yo —se quejó mirando a la mascota entre mis brazos.
—Y me gusta más que tú también —bromeé con normalidad. Bien. Todo iba bien. Había sido sólo un momento.
—No es justo —suspiró dejando la taza para ir en nuestro en encuentro. Quitó a Minerva de mis brazos y la dejó en la mesada antes tomarme entre sus brazos. —Hace años no teníamos uno de estos... —susurró obligándome a tragar duro.
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Nuestro Secreto
Teen FictionLucila Di Girólamo había crecido rodeada de mentiras, amores imposibles, relaciones fallidas. Siempre se había sentido sola e incomprendida y la adolescencia había llegado en un mal momento, pero ella quería hacer la diferencia, quería apartarse de...