Me levanté rápidamente y salté por su abrazo. Él sonrió respondiendo el gesto y murmuró unas palabras de saludo.
—¿Papi?
—Oh, disculpa Amelia —dijo separándose amablemente de mí. —Ella es Lucy —me presentó pasando su brazo por encima de mi hombro y dándome un amistoso apretón. —Es amiga de papá.
—¿Papá? —casi me reí. Yo sabía eso, pero era gracioso y extraño presenciarlo realmente.
—Sí, papá —sonrió. —Lucy, ella es Amelia. Mi hija.
Tendí mi mano a la pequeña niña y ella me saludó de forma educada. Era muy bonita, muy parecida a Gigi, su madre.
Amelia se inclinó a buscar otra piedra y yo me giré a Nano para apreciarlo. Él podría ser un perfecto Suggar Daddy, definitivamente podría ser su amante si me mantuviera. Me burlé de mis pensamientos y volví a abrazarlo.
—Me alegra mucho verte, hace siglos que no lo hacía.
—Lo lamento —se disculpó. —Las cosas han estado bastante alocadas últimamente y apenas pudimos venir estas vacaciones. Llegamos justo hace unas horas.
—Yo tampoco he podido viajar —suspiré dejándolo ir. Sabía lo mucho que le molestaba a Rocco que estuviera sobre su amigo, a pesar de que las cosas ya no eran como antes. —Felicitaciones, por cierto.
Él agradeció sin preguntar por qué, pero él y yo lo sabíamos: por su formalización con Ignacio y por su niña.
—¿Y tú? ¿Cómo has estado?
—Muy bien por suerte —sonreí. No me gustaba mentir, pero no podía decirle lo mierda que era mi vida justo en ese momento. —Falta menos para terminar.
—Ya no falta casi nada. ¿Vendrás a la ciudad luego?
—Es la idea.
—Oye, si yo pude, tú lo harás —me alentó revolviendo mi cabello. Seguramente había oído de Rocco o Tomás lo que estaba pasando con mi futuro. —Tienes mucha gente apoyándote, tú eres fuerte, puedes hacerlo.
¿Lo ven? ¿Cómo era que mis gustos eran buenos? Nano era el mejor de los amigos de mi hermano. Él sabía qué decir en los momentos exactos, estaba orgullosa de haberme enamorado de él.
—A menos que quieras quedarte por alguien... —sugirió dándome un levantamiento de cejas.
Me reí y negué con mi cabeza.
—Tú sabes que yo aún te espero Nano, no hay nadie más que tú.
—Mocosa —se rió dándome un juguetón golpe en mi hombro antes de girarse y observar a la niña lanzando con fuerza las piedras al río. —Vamos cariño, hagamos una competencia.
Amelia ganó la competencia de quién tiraba más fuerte. Nano me obligó a dejarla ganar, y lo hice, eso antes de regresar con los demás. No sólo se habían sumado Nano y Amelia, también estaba Ignacio y Tiziano. Odiaba a Tiziano.
—¡Cariño! —gritó el idiota. —Mira si no te has convertido en una belleza.
—Cierra la boca —le ladré saludando políticamente a Ignacio. Él era demasiado serio y nunca había sabido cómo actuar a su alrededor. Supongo que coquetear constantemente con su novio, no sumaba ningún punto.
Miré a Tiziano y apenas le di un movimiento de cabeza.
—Oye, tú definitivamente no te pareces a Piera. Eres más bonita, como Rocco.
Se escucharon algunas carcajadas, incluso Tomás sonrió. Yo, rodé los ojos.
—Lucy es más parecida a Piera que a mí —dijo Rocco y sentí el golpe directo en mi cabeza. ¿Brandon había estado conmigo pensando en ella? Nosotras no nos parecíamos... ¿O sí? —Le diré a tu novio sobre tu cambio de preferencias.
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Nuestro Secreto
Teen FictionLucila Di Girólamo había crecido rodeada de mentiras, amores imposibles, relaciones fallidas. Siempre se había sentido sola e incomprendida y la adolescencia había llegado en un mal momento, pero ella quería hacer la diferencia, quería apartarse de...