Todas se pusieron rápidamente de pie, mirando en dirección a la sala de estar. El sonido había alertado a cada una de las presentes, y Alba sostuvo rápidamente el micrófono apuntando hacia el lugar en el que lo habían escuchado. Agarró la grabadora con su otra mano y se dispuso a investigar, pero el brazo de Julia le detuvo en su lugar.
- Yo voy primero –dijo, tomando su arma entre las manos. La puso frente a su cuerpo, apuntando de manera firme, y comenzó a caminar.
Alba la siguió decidida, e hizo una pequeña señal con su mano en dirección a sus ayudantes, las cuales comprendieron de inmediato, una con una cámara de fotos y la otra con una pesada cámara de vídeo recargada sobre su hombro. Sabela y Natalia fueron las ultimas en unirse, siendo la más alta la que le resguardaba la espalda a su prima quien temblaba como un pollito mojado.
Pat. Pat. Pat.
El sonido de pequeños golpecitos sobre el tapizado floreado del sofá que apenas se veía por la puerta de la sala. Se intensificó, y Alba se adelantó un par de pasos con el micrófono lo más cerca de la sala que su brazo le permitía.
Clic.
Julia le había quitado el seguro a su arma, dispuesta a disparar o intimidar en el caso de que cualquier intruso estuviese haciéndose el gracioso por allí.
Un chillido cortó el pulcro silencio que las presentes guardaban. Alba puso la mano en el hombro de la oficial provocando que esta se voltease a verla. La pequeña rubia negó y un movimiento en el piso llamó la atención de la oficial, quien apuntó el arma rápidamente su dirección. Un gordo y peludo gato salía de la sala, cojeando levemente y dejando una mancha roja de sangre cada vez que apoyaba la patita frontal izquierda. Se oyó un suspiro general.
- ¡Fígaro! –chilló Natalia, con cara de espanto al ver al animal herido. Corrió hacia él y lo cogió en brazos, inspeccionándole las patitas-. ¿Has sido tú? Nos has asustado de muerte, tonto, y encima te has lastimado –le dijo mientras que el gato frotaba su cabeza contra su chaleco como muestra de afecto.
Alba apagó la grabadora y Julia guardó su arma, mientras que Marta y María bajaban sus cámaras notablemente decepcionadas. La pequeña rubia dio un último vistazo a la sala de estar y una presión horrible se le instaló en el pecho. Se asomó a ver la escena, pero rápidamente algo no le cuadró.
- No ha sido el gato –negó Alba, mientras que un leve mareo la invadía. Estaba comenzando a costarle respirar y sintió cómo todo a su alrededor se volvía más y más frío y pesado. Recargó su propio peso en sus rodillas cuando todo se puso negro.
"Iros de aquí", la oyó casi como si estuviese pegada a su espalda, la voz rugosa y distorsionada le causó escalofríos eternos en la columna. Era una voz tétrica, que parecía haber sido deteriorada por el desuso y cargada de desprecio.
- Eh, Alba, ¿está bien? -preguntó Sabela, poniendo una mano en la espalda de la rubia. Era la primera vez que la tocaba, y una descarga eléctrica recorrió a la médium de pies a cabeza. Se irguió y se apartó rápidamente de la castaña que la observaba confusa, tomando entre sus manos el crucifijo de plata que tenía por dentro de su suéter y sosteniéndolo firmemente con su mano derecha.
- Alba, ¿todo en orden? -preguntó Marta, entrando a la habitación tras oír el ruido. Se preocupó al ver el rostro de espanto de Alba, pues era algo inusual en ella, luego de todo lo visto y lo vivido, que algo la asustase en serio.
- Marta, por favor lleva a Sabela a la cocina y dile a María que comience a desempacar el equipo -dijo con la respiración agitada y la mirada fija en la gallega.
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Expediente Reche || ALBALIA
FanfictionCuando Alba Reche, una médium que comenzaba a ganar renombre dentro y fuera de Madrid, entró por primera vez a aquella casa en las montañas de Galicia, no le quedaron dudas; se quedaría a ayudar.