- ¿Qué coño has sido eso? -los ojos de Natalia se habían abierto todo lo que podían luego del susto del primer flash disparado, el cual había sido acompañado por otros dos más.
- Shhh, no grites. Despierta a las demás -pidió Alba colocando su mano en el brazo de la morena en señal de apoyo, pues esta había comenzado a mover las manos de manera ansiosa mientras no despegaba sus ojos de la puerta de la cocina.
El sutil gesto pareció surtir el efecto deseado, ya que los músculos de la morena se relajaron ante la suave caricia de Alba. Se dedicaron una mirada corta, intensa y blanda a la vez, de comprensión por un lado y agradecimiento por el otro, hasta que Natalia se levantó de su lugar impulsada por un cuarto flash que volvió a iluminarles momentáneamente los rostros.
Alba, por otro lado, se encaminó rápidamente al hall de entrada de la casa donde sintió cómo el aire le faltaba ante aquella imagen.
- ¡Sabela!
La voz de rasposa de Julia rebotó por todas las paredes cuando esta vio cómo el cuerpo de Sabela se movía sin conocimiento de causa escaleras arriba. La gallega tenía la mirada perdida y se movía de manera lenta, perezosa y casi torpe, haciendo ondular la amplia falda de su camisón rosado. La oficial intentó abalanzarse hacia ella, pero la mano de María en su pecho la detuvo.
- ¿Qué pasa? -inquirió Julia mirando de mala gana cómo la rubia dirigía la cámara de grabar hacia Sabela, quien subía las escaleras como un niño que se enfrenta a ellas por primera vez.
Marta, con los ojos muy abiertos y los labio muertos en posición de suspiro, alargaba el brazo con el micrófono cilíndrico de la grabadora de voz en dirección a la gallega. Tenía miedo, pero luego de su propio incidente estaba más que segura de que quería permanecer allí y llegar al fondo de todo.
- Alba, sólo es Sabela, ha de estar sonámbula. De niña le pasaba un montón -explicó Natalia, poniendo su mano en el hombro de la más bajita y esperando que aquella explicación aliviase la expresión aterrada del reciente rostro pálido de la chica.
Alba negó despacio mientras dirigía sus ojos abiertos en exceso al rostro de la pelinegra, cuyo ceño se fruncía más y más por momentos. Otro flash proveniente de la cámara del descanso de la escalera iluminó la habitación de manera efímera, tiñendo de un blanco cegador cada esquina de la misma.
- No es ella la que lo los está activando -masculló Alba con la voz temblorosa mientras observaba cómo el rostro de Natalia cambiaba en cámara lenta hasta reflejar el mismo horror que el suyo, casi como si estuviesen viendo lo mismo.
Se quedaron así unos momentos, observando cómo la gallega subía mecánicamente los escalones hasta que el último flash se activó, mostrando cómo Sabela se echaba a correr siendo tragada por la oscuridad del pasillo. Los pasos fueron rápidos y precisos, muy distintos a los que llevaba dando.
Hubo un único suspiro temeroso antes de que todas las presentes saliesen disparadas en la misma dirección. Un portazo cuando iban a media escalera las alertó, y un escalofrío helado descendió sin cuidado por la espalda de Alba a medida que se acercaban al pasillo.
- Están todas abiertas -murmuró Natalia, mirando de un lado a otro mientras veía cómo cada habitación por dentro se teñía de una oscuridad impenetrable.
- Su habitación -señaló Julia dirigiéndose hacia ella. Un nudo de angustia se asentó en su garganta cuando el primer grito, similar a un lloriqueo, cortó de cuajo el silencio angustioso interrumpido solo por los pasos sordos de las mujeres.
- ¡Ayuda, por favor! -el corazón de Natalia se aceleró tras oír la voz de su prima en un llanto desde detrás de la puerta- ¡Ayudadme! ¡Natalia! -volvió a pedir como una súplica desesperada.
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Expediente Reche || ALBALIA
Hayran KurguCuando Alba Reche, una médium que comenzaba a ganar renombre dentro y fuera de Madrid, entró por primera vez a aquella casa en las montañas de Galicia, no le quedaron dudas; se quedaría a ayudar.