Cuando te Conocí

En Una Cita Contigo

Capítulo 7

Parte 2

- Si, por no poder verla hoy, en Tenseiga - respondió

- Oh, ya veo - Me mando este gran arreglo para disculparse ¡que tierno! - Pensé - si, gracias, dile que no hay ningún problema, esta bellísimo… yo…

- Pero también es una invitación para esta noche - agregó

- ¿Esta noche? ¿Una invitación? - cuestioné dudosa

- Así es, para la gran presentación en piano, que dará mi amo, si gusta, entre el arreglo viene un sobre, tómelo y ábralo, ahí dentro, vendrá su invitación exclusiva

- Oh, amm, ok - exclame confundida. Busque entre las flores y el sobre mencionado, si está ahí, al encontrarlo, lo tome en manos, contemplándolo por un momento

- Ábralo señorita - insistió

- Amm si…

Curiosa, comencé abrirlo, el sobre contenía dentro de una tarjeta o mejor dicho, un pase el cual, decía lo siguiente:

Amor y guerra

Auditorio nacional

Presentando concierto sinfónico

Con presentación estelar en piano

Interpretado por Sesshomaru Taisho

Estudiante del campus Shikon, instituto universitario

Pase personal VIP F-1, no. 9

- ¡Guau! - exclame anonadada, justo, cuando termine de leerlo

- Bien señorita, entonces, pasaré por usted, exactamente a las…

- ¿Usted pasara por mi señor Jaken? - interrogue sorprendida

- Claro, mi amo no podrá, estará ocupado por lo de su presentación pero, no se preocupe, él me mando a mí, a cuidar de usted - explicó  servicial

- Umm - respondí entre risitas - una invitación… me invito a escucharlo tocar el piano, por supuesto que aceptare - me dije entre pensamientos - bueno, entonces ¿a qué hora debo estar lista?

- Siete de la noche en punto, estaré afuera esperándola, señorita

- Perfecto, entonces siente de la noche - confirmé

- Claro, muy bien, nos vemos señorita… ah casi se me olvidaba, tenga sus flores

- Gracias - agradecí entre risitas tomando el arreglo. Debo admitir que ese bajito señor, me causaba mucha gracia.

Abrí la puerta de mi casa, entre, deposité las flores en la mesa y tal como perdida en el infinito, me quede observando ese bellísimo arreglo y hermoso detalle de Sesshomaru, me encontré pasmada; con la cabeza de lado y, gesticulando una enorme sonrisa que juro, era mucho más grande que la del gato, de Alicia en el país de las maravillas.