A C H T Z E H N - Nos vemos del otro lado

161 20 71
                                    

Johann me tomó de la mano y seguimos al grupo al interior del hangar, donde esperaban más personas con unos uniformes extraños, que minutos más tarde reconocí como los atuendos que usaban para saltar de la avioneta con acompañantes

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Johann me tomó de la mano y seguimos al grupo al interior del hangar, donde esperaban más personas con unos uniformes extraños, que minutos más tarde reconocí como los atuendos que usaban para saltar de la avioneta con acompañantes.

Según lo que había entendido, Johann había llegado a un acuerdo con su padre el día que había vuelto a salir de casa, y habían movido algunos contactos para hacer esto posible. En un día normal estas personas dictaban cursos para aquellos que querían practicar el paracaidismo como deporte, y Axel había conseguido hablar con las personas indicadas como para cancelar las clases de hoy y atendernos exclusivamente a nosotros.

Casi me caí de culo al terminar de procesarlo, sí.

Nos enseñaron todo lo básico sobre el salto en paracaídas y todos los posibles escenarios en caso de que algo saliera mal, aunque se fueron de mi mente en el momento que nos pusieron unos arneses y nos enseñaron a aterrizar correctamente. Cada uno tendría un acompañante al momento de saltar de la avioneta porque, por cuestiones de lógica, ninguno de nosotros tenía la experiencia o el conocimiento suficiente como para hacerlo por nuestra cuenta.

Cuando ya teníamos la más mínima noción de como aterrizar y qué hacer en caso de emergencia, llegó el momento colocarnos los arneses y subir a la avioneta. Todo dentro de ella eran botones y luces en el techo, a pesar de que nos subimos en la parte de atrás con los dos paracaidistas de los que nos íbamos a enganchar.

No había borrado la emoción de mi rostro ni un solo momento, y Johann se había dado cuenta de ello.

—¿Emocionada? —preguntó, alzando la voz. Habían encendido el motor y el ruido nos silenciaba.

—No sabes cuánto —chillé, tomando una de sus manos y apretándola entre las mías.

En cuanto estuvimos en el aire y me asomé por una de las ventanillas, supe que era real. Y con ello nació también una duda. Había recordado algo que Johann me había dicho cuando había intentado saltar de ese techo hace seis meses.

—¡Johann! —lo llamé, gritando más fuerte de lo que había planeado. Los paracaidistas se giraron en nuestra dirección algo confundidos antes de seguir en lo suyo.

—¿Tenías que gritar tan fuerte? —dijo, acercando su boca a mi oreja. No pude evitar reírme.

—Quiero preguntarte algo.

—Entonces hazlo.

—¿Por qué?

—Necesito que seas más específica —formuló con una sonrisa divertida.

—Esto. Saltar en paracaídas —repliqué, señalando nuestro alrededor—. Recuerdo haberte escuchado decir que le temes a la altura.

—Bueno... no te voy a mentir, de no ser porque estás sentada junto a mí, estaría cagado de miedo —bromeó—. Para superar nuestros miedos primero tenemos que enfrentarnos a ellos, ¿no crees? Además, es seguro, ¿no? Para eso son los paracaídas.

Débil [Libro 1] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora