V I E R Z E H N - Sus canciones favoritas

159 24 11
                                    

Una cosa que tenía que admitir es que le tenía miedo a los cierres

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Una cosa que tenía que admitir es que le tenía miedo a los cierres. Y no, no hablaba de esos que se utilizan para ajustar prendas de vestir, sino de esos que se daban cuando culminabas una etapa o finalizabas un proyecto que te había tomado mucho tiempo y esfuerzo.

Me aterraba el giro que podían dar las cosas de un momento a otro cuando tenías que darle cierre a ciertos momentos de la vida, y que todos eso se convertiría en recuerdos que no serían lo mismo.

Y qué cierre es más grande que el día en que terminas el instituto y pasas a ser la presa de la vida, que se desarrolla más allá de las paredes que nos contienen hasta cierto punto.

Era algo que tenía que suceder algún día, solo que no esperaba que llegara tan pronto.

Bajé la mirada a mis manos y me detuve a mirar los detalles floreados en mis uñas y los colores que habían utilizado para que combinaran con lo que iba a usar. Eran rosas, del mismo tono vinotinto del vestido que estaba colgado en la puerta. El brazalete que Johann me había obsequiado formaba parte de mi muñeca en ese momento, y esperaba que se mantuviera allí durante todo el día.

—Adelaide, querida —llamó mi abuela— levanta la cabeza para que tu tía te pueda aplicar bien el maquillaje.

Volví al presente cuando escuché mi nombre y obedecí casi de inmediato, levantando el mentón. Kate me sonrió mientras pasaba una brocha por mi rostro con algún producto que olía bien. Mientras tanto, la abuela cubría todo rastro de hematoma que seguía pintado en mi piel con base y polvos.

—La próxima vez, querida, evita las peleas callejeras. Nunca conducen a nada bueno —reprochó la anciana, empezando a frustrarse al no conseguir cubrir una mancha muy violeta.

—No sé cuantas veces te lo tenemos que repetir, Adelheid —objetó Kate, dedicándole una mirada que no logré entender—, que no fue una pelea callejera.

—De todas formas las tienes que evitar, ¿entendido? —insistió. Asentí cuando noté que no dejaba de mirarme.

—¿Podríamos apresurarnos? Siento que me suda todo —me quejé, arrugando la nariz.

—La belleza toma tiempo, Adelaide, no podemos simplemente... —empezó la abuela.

—Uy, de verdad que hace calor. Menos mal que solo queda ponerte el labial y terminamos —interrumpió mi tía, haciendo enojar a la otra mujer.

Gut Ding Will Weile haben —susurró para sí misma—. Pero a quién le importa.

—¿Qué dijo? —preguntó Kate al ver que la mujer la asesinaba con la mirada.

La cosas buenas toman tiempo, es lo que había dicho la abuela Adelheid, pero no iba a decirlo yo si eso significaba que me jalaría de la oreja después.

—Dijo que el color del vestido es muy bonito, tía —mentí. Kate sonrió inocentemente y se dio media vuelta para buscar el labial y terminar lo que había hecho en mi rostro.

Débil [Libro 1] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora