S I E B E N - Cartas para Adelaide

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Estaba anocheciendo cuando volvimos al apartamento

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Estaba anocheciendo cuando volvimos al apartamento. Era evidente que Johann estaba tenso por cómo apretaba el volante entre sus manos, y aunquepensé al principio que estaba molesto conmigo, cuando murmuró algo sobre Harmany un pastel quemado, entendí que era por la sorpresa que preparaban. Aunque ya no era sorpresa para nadie.

Incluso Mozart parecía ansioso por llegar, y cuando Johann apagó el motor fue como si el cachorro conectara los cables en su cabeza porque huyó hacia el elevador cuando abrí la puerta.

—¿Se puede saber qué pasa con ustedes dos?

—A lo mejor tiene ganas de orinar —respondió—.

—Se habría hecho encima, aún no le enseño esas cosas —repliqué—.

—Pues no ha aguantado la peste que traes, no lo sé.

Me bajé de un salto de su auto, cerrando detrás de mí con más fuerza de la que tenía planeada, aunque esta vez no había sido intencional. Johann entrecerró los ojos y me miró como si quisiera ahorcarme, aunque no hizo ningún comentario. Sacó las cajas del asiento trasero y caminamos hombro con hombro hacia el ascensor.

Los tres subimos al elevador, y todo se hizo diez veces más incómodo. Mozart daba vueltas a nuestro alrededor, paseándose entre nuestras piernas cada vez que podía, mientras que Jojo sacudía una pierna y metía y sacaba sus manos de los bolsillos.

Basta, señores. Que drama.

—Sé lo de la sorpresa —solté. Él giró la cabeza como si estuviese poseído—.

—No sé de qué sorpresa hablas...

—Claro que sabes, ¡llevan todo el día murmurando sobre esta fiesta! Incluso a Harman se le escaparon las palabras "fiesta sorpresa" en la mañana, ¿de verdad crees que...?

Las puertas del elevador se abrieron en nuestro piso, y mentiría si dijera que esperaba encontrarme una imagen como esa.

Heinrich tenía su mejor cara de culo al fondo del grupo, Keyla estaba junto a él y le dio un codazo lo suficientemente fuerte para reemplazarla por una sonrisa cuando notó que las puertas se habían abierto. Lakeisha y Lamar estaban hacia adelante sosteniendo dos hojas que decían "Ya eres legal, ¡felicidades!" y el otro "Ya tienes dieciocho, ¿Cuándo vamos a putear?" y era bastante obvio quién sostenía cuál. A los costados había varias personas que no reconocí de primera vista—amigos de Harman, supuse— y sonreían con amabilidad. Gritaron un sonoro "¡Sorpresa!" y del centro salieron dos manos con guantes de cocina sosteniendo un pastel de chocolate aún en su molde, detrás de ella estaba la cara de Harman con mezcla de pastel en la nariz y barbilla.

—Bueno —empecé—... eso sí que no me lo esperaba.

Y mucho menos esperé tener que ver a uno de mis hermanos utilizando la falda más corta que vi en mi vida, y para agregarle más sazón; de estampado de cebra. Me giré hacia Johann con la sorpresa aún estampada en el rostro y él se rio para luego darme un abrazo corto y un beso en la mejilla antes de entrar al apartamento. Bajé la vista hacia el pequeño cachorro con cara de abrumado por tantas personas, sin embargo, rápidamente lo siguió y empezó a olisquearles los pies a todos los presentes.

Débil [Libro 1] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora