Z W A N Z I G - Así estaba destinado

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Al principio pensé que era una especie de broma y que Dominic aparecería por mi ventana al día siguiente, pero cuando cayó la noche y seguía sin saber nada de él, entendí que iba en serio

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Al principio pensé que era una especie de broma y que Dominic aparecería por mi ventana al día siguiente, pero cuando cayó la noche y seguía sin saber nada de él, entendí que iba en serio. Había vuelto a tocar a su puerta, y la primera vez me abrió Marco pensando que era alguien más, por lo que tuvo que soltar la excusa de que no estaba en casa en ese momento. Las siguientes veces nadie abrió la puerta.

Harman había aparecido con toda la familia al final segundo día, trayendo consigo a Mozart, quien al parecer había llorado bastante por mi ausencia. Y todos lo confirmamos cuando saltó sobre mí al verme después de tanto tiempo separados y empezó a lamerme la cara.

El resto de la semana varió entre visitas esporádicas de Johann, con Alex pegado detrás de su trasero, y cenar y jugar charadas con Jake y Wilson.

No recordaba la última vez que estuve tanto tiempo sin comunicarme con Dominic, y mucho menos por una pelea. Nosotros no éramos así. Siempre hablábamos de las cosas que nos molestaban o incomodaban, por lo que me sorprendí después de escuchar lo que me había dicho antes de que me marchara.

Johann había sido el primero en notar que algo me tenía distraída, y Alex, que se había ganado mi confianza lo suficientemente rápido como para tener mi número de teléfono, tuvo el placer enviarme memes cada media hora para mejorar mi estado de ánimo cuando no lo tenía acostado en el sofá jugando con el perro.

A pesar de todo, no llegué a decir en voz alta el motivo por el que Dominic se había enfadado conmigo. No necesitaba más sermones.

Y como no quería expresar mis sentimientos a través de las palabras, el piano fue el que más sufrió en toda la semana. Además de los oídos de los pobres vecinos que me escucharon tocar día y noche. Incluso Mozart me miraba hastiado cada vez que me sentaba frente a las teclas.

Encontré un poco de paz la noche que me quedé leyendo hasta tarde y comiendo helado directo del bote, con el perro durmiendo junto a mis piernas y el teléfono cargando sobre la mesita de noche. Había empezado a leer el libro que Johann me había obsequiado y definitivamente estaba captando mi atención.

Cuando empezó a sonar el aparato y vi una D en la pantalla, mi corazón empezó a acelerarse, consiguiendo que contestara al instante. Mi decepción fue notoria cuando leí nuevamente la pantalla y me encontré con el nombre de Daniel y no con el que yo esperaba. Nos hablábamos desde hace un par de días, pero no llamaba tan tarde.

—¡Adelaide, hola! —escuché al otro lado de la línea.

—Eh, hola —saludé, algo confundida después de ver la hora. Hace rato había pasado la medianoche—. ¿Va todo bien?

—¡Sí! —afirmó de inmediato—. Bueno... no tanto. ¿Por casualidad sabes cómo...?

—¿Cómo...? —repetí, sonriendo inocentemente. Últimamente había tenido problemas con los electrodomésticos.

Débil [Libro 1] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora