No deberías serlo,
pero nada me impide desearte,
y más aún, me empujan,
ocultas divinidades,
a buscar consuelo en tus abrazos.Son las dos caras de la misma moneda tras un giro lento en el aire.
Amarte a ti, por quién eres
Odiarme a mi,
por quien deje de ser.
Y en el canto de esta metáfora
nuestra extraña relación,
bailando al filo de una imposibilidad matemática,
yo escarceo con la locura,
hermosos, terribles demonios
Me vigilan en las noches
Los más grandiosos ángeles,
te invitan a danzar,
Enseñándote las beldades divinasTal vez divague,
pero no puedo encontrarme en una situación peor que la que siento,
ni mejor de la que pienso.
Cerca y al tiempo, lejos.
Apenas una respiración me aleja de tus labios, pero mundos entre Marte y Venus.Hablo bien pues mi ego me compara a la altura de esta divinidad.
Y tu belleza la hace celosa a ella.
Donde soy un ser combativo,
Tu atraes el amor de tus pares.
Y allá donde existen mis fallos,
Brillan tu fortalezas.
Donde soy inexperto y ciego, alumbras con la fuerza del sol.Soy orgulloso. No perseguiré lo que no es mío.
Ah, me miento a mi mismo.
Es divertido, tal vez tarde más en escribir este párrafo que el resto de esta historiaSin embargo, lo que quiero decir es en realidad sencillo
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La tinta de los poetas
EspiritualMontando un corazon de cristal despedazado, dandole vueltas a un unico pedazo, sin saber donde dejarlo.