Capítulo XI

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Cuando los sueños se tornan casi reales puede ser un poco decepcionante al despertar. La casa que viste, el auto nuevo que resplandecía en el garaje, la novia que te toma de la mano, el título universitario por el que lloraste hasta conseguirlo, todo aquello que soñaste, al momento de abrir los ojos, se desvanece y te regresa a la realidad. Y duele.

Izuku jamás creyó posible que un sueño pueda confundirse con la realidad, él siempre aceptó el hecho de que todo lo que ocurría dentro de su cabeza mientras dormía era producto de su subconsciente al que le gustaba jugarle malas pasadas con viejos recuerdos y terribles pesadillas.

Pero lo de anoche, aquello se había sentido tan real que casi empezaba a considerarse las posibilidades de que lo hubiera sido. Despertar en la mañana abrigando la sensación de que Katsuki lo estaría esperando para empezar un nuevo día juntos le hizo esbozar una delicada sonrisa en sus labios y sentir su pecho palpitante, el simple hecho de tenerlo a su lado representaría toda la fuerza y valor que le hacía falta para enfrentarlo todo sin mirar atrás ni derramar más amargas lágrimas. Podía imaginar todo el trayecto de sus días desde ese punto, y todo lo que veía le gustaba, le encantaba, es más, lo volvía un demente con el corazón hinchado de emoción.

Hasta que la realidad le dio una bofetada con los primeros rayos de sol por la ventana con las cortinas corridas, alumbrando el desorden en su habitación tal como lo había dejado la noche pasada. La caja de regalos que le había mostrado a Katsuki no estaba por ningún lado, así como tampoco su propietario. Lo buscó con la mirada por todo el corto espacio que representaba su habitación, pero por donde dirigiera los ojos tan solo veía desorden, desorden y más desorden.

Inquieto tomó asiento en el centro de la cama, mordió la yema de su dedo pulgar e hizo bailar una vez más los ojos por el lugar en busca de aquella melena ceniza, pero seguía sin encontrarlo.

—¿Kacchan? —susurró con voz temblorosa. Nadie apareció, su voz solo resonó por las paredes y devolvieron su llamado a sus oídos. Izuku tragó grueso, deslizó la mano por la cobija que lo cubría y se deshizo de ella, ante la acción un golpe sordo resonó en la madera, seguramente algún libro que había dejado sobre la cama terminó resbalándose hacia el suelo. Destapó sus piernas y bajó los pies acomodando su cuerpo para levantarse, la vista borrosa producto de las lágrimas no le dejaba ver correctamente y ya empezaban a hacerle sentir los párpados arenosos. Se tanteó con la punta de los dedos de la mano derecha el contorno de los mismos y sintió una pequeña hinchazón que se expandía hasta su muy posible enrojecida nariz. Debía verse terrible—. Kacchan, sal, por favor.

Nada, ninguna respuesta. Se levantó de la cama y caminó unos pasos esperando que de pronto y de la nada apareciera Katsuki riéndose de él por ser un llorón, pero eso no sucedió, es más, empezaba a ser consciente que eso jamás pasaría. Izuku sintió las lágrimas derramarse y sus piernas doblegarse ante su propio peso. Cayó de rodillas cubriendo con las manos su rostro y ahogando los sollozos tanto como podía, era muy temprano como para despertar a los demás niños por causa de un triste sueño que lo devolvió con un golpe hacia la realidad.

Recordó el abrazo, su suave voz pegada a su oído diciéndole que todo mejoraría, que ese día sería diferente a los demás, que estaría a su lado y jamás se volvería a ir. Todo eso dolió muy profundo en su corazón, como si clavaran una estaca de filos irregulares en su pecho que arranca a su paso toda la piel y carne hasta llegar a sus pulmones, dolía como aquel día lleno de tragedia.

¿Lo había perdido por segunda vez? ¿Cómo había sido eso posible?

Limpió su rostro y apretó los labios para retener los hipidos producto del llanto, pronto las ayudantes empezarían a tocar las puertas con intención de despertarlos y él no deseaba que nadie lo viera en ese estado por tan solo un sueño. Suspiró, levantó la mirada hacia el techo y esbozó una ligera sonrisa similar a la que había forjado en sus labios cuando iba despertando minutos antes.

Infierno Celestial [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora