Capítulo V

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Mejor amigo, tengo un mejor amigo

Izuku dio vueltas en su cama hasta dejar su rostro hundido en medio de las almohadas con dulce aroma a suavizante de ropa, estaba feliz. Desde el momento en que Katsuki aceptó ser su mejor amigo no había conseguido bajar la sonrisa de sus labios. Aunque era consciente que al llegar a casa la espesa bruma de la realidad lo estaría esperando, eso no le importó, ahora tenía un mejor amigo y podría confiar en él.

Repasó con su dedo los números en el papel arrugado de bordes rotos y puntas manchadas que Katsuki le había dado al día siguiente después de visitar su casa, se suponía que ese era el número de teléfono de su casa y que podría llamarlo en cualquier momento siempre y cuando no pasen de las ocho de la noche. Sonrió, esa opresión cálida en su pecho era lo que se sentía cuando en la mente existe la idea de un mejor amigo, a Izuku le agradó. Apretó con ambas manos el papel y lo llevó a su rostro, sin exagerar podía decir que olía a la casa de Katsuki, olía a Kacchan.

Un golpe fuerte lo detuvo de sus pensamientos, la voz que luego escuchó le dio a conocer que su pequeña burbuja debía romperse, pues en casa ya se encontraba su padre. Bueno, al menos habían sido unos días llenos de tranquilidad para él y para su madre.

Izuku bajó de su cama con cuidado de no hacer crujir la madera, si no se equivocaba el sonido provenía de la puerta principal, así que seguramente su padre se encontraría en la sala o la cocina. Su madre estaba en su habitación guardando la ropa limpia por lo que no tuvo tanto miedo del escándalo que hacía su padre en la planta baja. Suspiró.

Con suavidad abrió la puerta, quería cerciorarse que su madre siguiera en la habitación, pero cuando Izuku se asomó por la entrada la pudo ver caminando en dirección a las escaleras, iba con premura un pie tras el otro y las manos apretadas a la altura de su pecho, Izuku sintió desesperación, sabía que ella debía irlo a recibir, pero no quería. Sentía en los huesos que no iba a pasar nada agradable. La tranquilidad que antes lo invadía poco a poco se iba ennegreciendo alrededor de ideas bizarras y desesperantes.

Quiso salir por completo y detener a su madre, pedirle que se esconda con él y que esperara a que su padre se canse de buscarlos para salir corriendo de ahí, pero el miedo lo congeló. El grito que dio aquel hombre y que hizo llorar con fuerza a su madre oscureció su razón y escondió muy en el fondo de su ser toda la valentía que Katsuki le había implantado esos días. Las piernas le temblaban y el corazón latía con fuerza en su pecho, incluso juraría que podía sentir la presión en sus ojos ante el dolor de cabeza que empezaba a invadirlo.

Otro grito de su madre lo envió directamente al suelo, objetos cayendo y rompiéndose; la voz de su padre, que se arrastraba entre palabras que a veces no lograba comprender y que tampoco quería saber su significado, sonaba igual de cuando regresaba a casa ebrio y sin razón. Izuku quiso hundir el rostro en la madera del suelo, pero la bulla era demasiada que ni siquiera consiguió moverse un poco.

Toma, es el número de mi casa, llámame cuando quieras.

Izuku reparó en la sensación del papel en sus manos tras recordar la voz firme de Katsuki y esa mirada seria que le regaló cuando extendió el trozo de papel a sus manos. Podía llamarlo, tenía que hacerlo. Su padre le daba miedo y temía por su mamá, Katsuki le había dicho que le ayudaría, él es su mejor amigo y puede confiar.

Como pudo se arrastró con rodillas y manos hacia la mesita donde se encontraba el teléfono del segundo piso, descolgó la bocina y revisó el papel en un intento de poder comprender los números que estaban ahí escritos, pero le era imposible. Los números se movían sobre la hoja como si estuvieran danzando e intentando esconderse de él, se volvían borrosos y temblaban, Izuku era presa del miedo y eso distorsionaba su realidad.

Infierno Celestial [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora