Izuku miró las grietas en la madera del suelo, elevó sus ojos y los dejó puestos en el techo. Soltó un suspiro cansado al ver el vacío que había dejado el poster que su padre arrancó hace un par de meses atrás, ya no se notaba mucho su ausencia, pero en las memorias de Izuku aún seguía presente. Era su poster favorito, se lo había regalado su madre en su tercer cumpleaños, justo antes de que todo se volviera un infierno en su vida.
Se giró, parpadeó lentamente siendo consciente del titubeo en la luz averiada de su reloj despertador. Hace tiempo que había dejado de funcionar correctamente.
Estaba cansado, y más que cansado, se encontraba preocupado. Hace apenas un par de minutos su madre había ingresado a su habitación con un vaso de leche a pedirle que no bajara hasta que ella se lo indicara. Izuku aceptó solamente porque vio en su rostro un gesto de verdadera tranquilidad, pero eso no le quitaba el miedo de que en cualquier momento empezara a escuchar gritos y golpes.
Pudo escuchar que alguien llegó a su casa, vio incluso por la ventana a una persona ingresar y desde entonces se mantenía todo en completo silencio ¿Acaso esa persona era alguien de Protección Infantil y su madre no quería que hablaran con él? La idea lo aterró.
Se sentó en el borde de la cama, los pies le colgaban y se movían de un lado hacia el otro, entrelazó las manos encima de sus piernas y ahí apretó con fuerza la tela de su short. Estaba empezando a preocuparse cada vez más.
Bajó de la cama con un salto para empezar a caminar por toda la habitación. A veces llegaba a la puerta y fingía tomar la manija para abrirla, pero el terror de ser alejado de su madre lo comía vivo y se detenía, volvía a alejarse y empezar de nuevo a caminar sin rumbo.
Escuchó la tetera sonando, eso le estremeció. Recordó aquella vez en la que su padre le lanzó aquel objeto con intención de golpearlo y falló, el daño quedó grabado en una de las puertas bajas de la cocina y la tetera tuvo que ser reemplazada días después. Llevó sus manos a su boca para morderse los dedos.
Cerró los ojos, apretó los labios, corrió a la puerta en puntitas y la abrió. No soportaba más tiempo así.
Vería y escucharía un poco de lo que su madre estuviera hablando con esa mujer desde la puerta de entrada, nadie lo notaría si procuraba respirar suavemente y no moverse mucho contra el marco de madera vieja.
Bajó uno a uno los escalones, intentaba pisar en los bordes y cerca del filo donde sabía que la madera no rechinaría, aferró sus manos a la pared todo el tiempo hasta su llegada a la planta baja. Una vez ahí pudo respirar con calma.
Miró en dirección a la puerta de entrada de la sala, se encontraba ligeramente abierta y así podía escuchar el murmullo de una conversación. Sonrió.
Con pies ligeros se aproximó a su destino, siempre recordándose respirar suavemente. Miró por el espacio abierto y notó sobre la mesita de centro un maletín y algunos estuches de color negro. Entre todos esos instrumentos pudo reconocer gasas y alcohol, fue entonces que pudo dejar escapar todo el aire comprimido en sus pulmones en forma de un gran suspiro ahogado por sus manos. Era un alivio que no se tratara de una trabajadora social sino de la amiga doctora que su madre siempre le mencionaba.
—Ya no puede seguir así, Inko—Pudo entender de pronto en medio de la conversación. La voz de la doctora se escuchó severa y demandante—. Tienes que irte de aquí.
—Pero es mi esposo, no me puedo ir. Dime ¿A dónde iría?
—Sabes que no estás sola, cuentas conmigo. Mi esposo está de acuerdo en que vengan con nosotros, Ochako sería una buena compañía para Izuku.
Al escucharla mencionar su nombre Izuku se estremeció e intentó esconderse por miedo a ser descubierto. Lo que apenas podía alcanzar a escuchar retumbaba en su cabeza como un eco, ¿En verdad podían hacer eso? ¿Estaba permitido irse de casa con su mamá y dejar a ese hombre viviendo solo? Le dolería tener que dejar su habitación con todos sus juguetes, pero si así podía ser feliz y ver sonreír a su madre lo aceptaría. Él aceptaría cualquier cosa por ella.
ESTÁS LEYENDO
Infierno Celestial [FINALIZADA]
FanfictionMidoriya Izuku ha sufrido en primera fila las desgracias de la vida, ha levantado súplicas de piedad hacia el cielo tantas veces que empieza a creer que jamás serán escuchadas. Soportar los golpes e insultos de sus compañeros de clase todos los día...