Capítulo XIII

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El celular de Yagi cayó sobre los cojines desocupados del gran sillón con buena precisión, la pantalla encendida por breves quince segundos dejó ver la reciente conversación que había sostenido con Aizawa sobre los acontecimientos de esa noche. Yagi restregó con fuerza su mano derecha por todo su rostro en signo de frustración; Aizawa le había indicado que estaría en su casa aproximadamente en quince minutos, haría unas llamadas a la central y movería a cuantas personas pudiera conseguir para la búsqueda de Izuku por la ciudad. Le había enviado además un pequeño texto tras el agradecimiento de Yagi, aquello le había devuelvo apenas un poco de tranquilidad: La frase "Lo encontraremos" apenas y resultaba algo parecido a una voz de aliento que se brinda a los padres con hijos desaparecidos. Yagi quería sentir más seguridad.

Escuchó un ruido proveniente del pasillo que lindera con la cocina, apenas un segundo después apreció el largo vestido para dormir de la pequeña señora, encargada de la cocina, aparecer por la esquina. Llevaba en las manos una taza humeante que aproximó enseguida a las manos del cansado Psiquiatra. Yagi agradeció el detalle con una sonrisa, la pequeña mujer se cruzó de brazos y desplazó todo el peso de su cuerpo hacia su pierna derecha, con cierto pesar en la mirada se dirigió a su jefe muy cordialmente.

—Debería intentar descansar, no consigue nada comiéndose las uñas ahí sentado. Encontrará al Joven Izuku, pero debe tener energías para buscarlo.

—¿Podría dormir sabiendo que su ser amado se encuentra allá afuera sin dar señales de vida? Izuku es...—Lo que Izuku era para Yagi no se supo al interrumpirse con un largo suspiro que rebotó por las paredes de la sala como un eco—. Gracias, necesitaba un poco de té. Y me disculpo si la he despertado con mis constantes salidas de aquí para allá.

La pequeña mujer negó con una sonrisa las palabras de Yagi. Para ser sincera consigo mismo, ella tampoco había conseguido dormir ante la preocupación. Izuku era un pequeño que se hizo querer tan pronto como lo conoció. Amaba tenerlo en la cocina pululando por aquí y por allá en busca de ocupar sus manos con algo, no era realmente una eminencia en la cocina y tampoco sabía hacer muchas cosas, pero tenerlo escuchando sus chismes del pasado la hacía sentir acompañada, querida, escuchada.

El peso de su pierna derecha fue desplazado a la izquierda y la ligera sonrisa se transformó en un gesto de reproche que bien podía pasar por un puchero. Yagi quitó la mirada de la taza cuando el carraspeo de Megumi le indicó que necesitaba su atención, cuando la vio supo que iba a reclamarle alguna infracción cometida inconscientemente.

—Sea lo que sea que hice, me disculpo—dijo Yagi con una sonrisa apenada, debió haberle causado más problemas que solo el insomnio. Entrar y salir de casa tantas veces en la noche debió molestarla, la alarma saltó varias veces durante la noche y el auto hacía un chirrido con las llantas en el parqueadero que solía ser insoportable.

—Solo le pido, señor Toshinori, que la próxima vez limpie bien sus zapatos si va a entrar por la puerta del patio. Los aspersores dejan la tierra húmeda y los zapatos se llenan de lodo. Estoy consciente que ahora no tiene tiempo de andarse preocupando si anda o no con zapatos dentro de la casa, pero...

—¿La puerta del patio? Pero, Megumi, no he ido al patio desde la mañana.

Tanto Megumi como Yagi se miraron confundidos, el corazón del Psiquiatra latió inconstante en su pecho, de pronto y de un salto el hombre ya se encontraba de pie en camino al segundo piso de su residencia. Megumi, dejada en la sala con las manos hechas puño sobre su pecho, rezó para que aquella sea una buena señal.

***

Izuku detestó alejarse del cuerpo de Katsuki, que, aunque emanara un frío glacial de su piel, aún le brindaba cierto calor.

Infierno Celestial [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora