13 Scars

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          Una chica morena caminaba por los campos de girasoles junto a su madre, recogiendo semillas de las flores y cortando las que ya habían perecido.

— ¡Mamá! ¿Y por qué no les devolvemos la vida?

Le parecía muy triste que ellas con su magia y siendo Brujas Verdes, no pudieran revivir aquellas hermosas flores para tener una segunda oportunidad.

— Ya lo sabes, Rika — su madre tomaba la canasta de las manos de la pequeña — No se puede ir en contra de la naturaleza.

Las campanas del ayuntamiento en el pueblo empezaron a sonar, indicando una reunión. La mujer adulta suspiró y miró de reojo a la pequeña que estaba ajena a lo que pasaría a continuación.

— ¡Mami! Hay muchas más chicas de mi edad — dijo muy animada, viendo al grupo de niñas acompañadas de sus madres fuera del ayuntamiento.  — Mucho gusto, mi nombre es Rika y soy una Bruja Verde — se presentó ante una castaña.

— Soy Aki, una Bruja Blanca — le sonrió amablemente a la recién llegada. A su lado estaba una peli-azul — Ella es Haruna, es una aprendíz muy dotada.

— Hola — saludó energética — Nací sin magia pero mi madre me inició como su aprendíz, ¡es por eso que estoy acá!

— ¿Y qué tipo de bruja eres?

Se quedó callada un rato para pensar en su clasificación. No estaba muy segura por lo que se acercó a su madre quien le dijo algo en su oído.

— Mi madre es una Bruja Gris, y yo seré lo mismo.

Las pequeñas comenzaron a hablar de donde provenían y de sus familias.

Ni Aki ni Rika tenían otra familia que sus madres. En cuanto a Haruna, ella solía jurar que tenía un hermano. Fue adoptada por sus padres, pero no recordaba nada antes de ser salvada aquella vez por el chico de cabellos rubios y largos, el cual le visitaba un par de veces.

— Me parece triste que no recuerdes si tienes un hermano. Me hubiese encantado tener uno.

Aki miró con pena a ambas niñas.

— ¿Saben por qué estamos aquí? — preguntó Haruna de repente, viendo como sus madres se alejaban para hablar con una mujer de larga bata blanca en el centro de aquella plaza.

— Según me ha dicho mi madre, es una iniciación. Al cumplir los catorce, nos inician en un proyecto llamado "La Orden" para que seamos guardianas.

— Suena algo importante — dijo ante la información de la castaña — Pero yo aún tengo trece.

— A veces traen a las chicas de trece y doce años cuando la familia lo decide. ¿No te ha dicho tu madre nada al respecto?

— Ella dijo que esto me ayudaría con mi magia.

Luego de unos minutos más hablando, las niñas se despidieron de sus madres, para adentrarse a un castillo dentro del bosque, donde la selección daría inicio.

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