23. I Feel

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Antes de empezar a leer me gustaría advertirles que los siguientes capítulos -no todos, pero la mayoría - van a contener escenas no aptas para menores o personas sensibles.

Lean bajo su propio riesgo.

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Haruna

Ninguno dijo nada cuando íbamos de regreso a su habitación. Kido y Goenji hablaban bajito y se miraban de distintas maneras que no lograba descifrar.

Sakuma tomó mi mano al llegar al segundo piso y me llevó a su habitación. Todo pasó tan rápido que yo no pude oponerme.

— ¿Sakuma? — le pregunté, con un tono de voz preocupada — ¿Qué es lo que pasa?

— Yuto necesita un tiempo a solas con Shuya— me dijo, sonriendo — ¿Quieres un té medicinal? Lo de hace rato fue colosal.

Acepté la taza de té y al parecer él leyó mi mente porque respondió justo lo que me estaba preguntando en ese momento.

— Sí, estaban hablando por medio de sus pensamientos— lo miré confundida — Entre vampiros de cierta categoría, la comunicación mental es posible. Y sí, pude leer tu mente.

¿Cómo? ¿Todo este tiempo pudieron leer mi mente?

— No te preocupes, no lo hacemos todo el tiempo — rió — Y no todos podemos hacerlo. De nuestro grupo, Yuto, Hiroto y Shuya y yo somos los únicos que podemos hacerlo.

Me sonrojé enormemente.

¿Goenji también podía leer mi mente? Significa que todo este tiempo que yo estuve teniendo ciertos pensamientos...

Sakuma comenzó a reír ante mi reacción y, seguramente ante mis pensamientos.

— No te preocupes— me dijo, dedicándome una enorme sonrisa — Shuya no tendría nada contra ti. Además, no serías la primera chica en enamorarse de él.

— No... No estoy enamorada de él.

— ¿De quién hablan? — entró Kido a la habitación. Goenji se quedó en el marco de la puerta — ¿Estás enamorada de alguien? Ningún chico es suficientemente bueno para ti, créeme. Y los que lo son, ya están apartados.

— Eres tan directo — rodó los ojos el peli-plata. Kido se dirigió al baño después de darme un beso en la frente y prácticamente me mandó a dormir.

Seguí a Goenji hasta su habitación que compartía conmigo por tiempo indefinido.

— ¿Estás molesto conmigo? — le pregunté al notar su distanciamiento.

Me dolía mucho, porque los días anteriores habíamos estado bien, me sentía más cerca de él.

— No, ¿por qué? — me preguntó, entrando al baño sin darme tiempo de responder— Tomaré una ducha.

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