5

12 1 0
                                    


Ya en mi departamento fui a la cocina por una botella de vino y dos copas, en tanto, Santana me esperaba en la sala de estar. Mientras destapaba la botella me puse a pensar que tanto sabia de ella, tenía tan solo un año trabajando en su agencia y nunca la había visto con alguien en plan amoroso, un esposo, un novio... ¿una novia?... ¿será que si le van las chicas? Realmente espero que sí. ¡¿Qué?! Espera, ¿por qué me interesa que sea así?

Después de dejar de pensar en idioteces me acerque hasta el mueble donde aguardaba mi visita. Coloque sobre la mesa una taza con algunos snacks y la botella. Le ofrecí su copa y me senté justo a su lado y me saque mis tacones, la mire de manera incitadora para que hiciera lo mismo y así se sintiera más a gusto, se cuan molesto es pasar el día entero con esos zapatos.

Por fin se rompe el silencio cuando me pregunta: -¿Entonces quieres contarme que te ocurrió ésta tarde? Baje la mirada y suspire...-Es que recibí una llamada de mi ex pareja, hace un año que terminamos. Bueno para ser más específica me engaño y no pude perdonarle eso. Me busco muchas veces, hasta que tuve que cambiar de casa, de número de teléfono y hasta de trabajo, de hecho así fue como llegue a tu agencia. Y bueno hoy logro localizarme, realmente no sé cómo consiguió mi teléfono, y tiene el descaro de pedirme que le deje explicarse.

Santana toma un sorbo de su vino, y me dice que comprende, pero que le gustaría saber si mi reacción fue porque aún hay sentimientos o solo porque me hizo recordar toda la rabia que tengo hacia él. Yo no puedo evitar reírme, ella me mira con cara de "que he dicho que le parece tan gracioso". Le digo entonces que no hay ningún sentimiento que yo pueda sentir por esa persona, que simplemente recordé lo mal que me la pase por varios meses intentando olvidar. Me tomo la copa de un golpe, y le explico: -Santana, no existe "un él", mi ex es una chica.

Me quedo en silencio esperando su reacción, y no hay ninguna reacción. Lo toma como si no le sorprendiera, o mejor dicho como si ya lo supiera. Agarra la botella y llena de nuevo nuestras copas. Y opina: -Chico o chica, eso no importa, infidelidad es infidelidad venga de parte de quien venga. Le sonrío aliviada y le asiento con mi cabeza para que se dé cuenta que estoy totalmente de acuerdo con lo que dice.

Fueron pasando las horas, entre diferentes temas de conversación, risas por alguna que otra anécdota, e íbamos por la tercera copa de vino. Cuando pude dejar de reírme por un chiste que santana acaba de contarme, fue mi turno de preguntarle: -Santana, ¿y tú, tienes algún amor por ahí?

Ella se ríe a carcajadas y me dice que hace muchísimos años que su único amor es la agencia de viajes.

-No tengo tiempo ni para mí misma, mucho menos para alguien más. Estoy muy enfocada en hacer que mi negocio crezca cada vez más. Creo que mi última relación fue hace como 4 años. Iba a casarme, teníamos un hogar. Nos amábamos. Pero se cansó de mi falta tiempo, de mis faltas en las cenas familiares, de no poder a llegar temprano a algún compromiso con nuestras amistades. De quedarme dormida cada vez que existía un poquito de tiempo para pasarlo viendo alguna película o simplemente conversando.

-Un día simplemente me dijo que no aguantaba más esa situación y que gracias a eso había encontrado a otra persona que si podía darle lo que yo no. Recogió sus cosas y se fue. Lo último que supe es que se casó y tiene una niña. Lo peor del caso es que creo que también hice que cambiara de parecer en cuanto a sus gustos, porque se casó con un hombre, y ella siempre vocifero que jamás estaría con uno.

Al escuchar que su última relación había sido con una chica hizo que me ahogara un poco con el vino, y comencé a toser. Empezó a reírse y me dijo:

-¿Qué? ¿Acaso no lo sabias ya? Porque de ser así, déjame decirte que tu radar se ha dañado. Después de reponerme de mi sorpresa, le confesé que si había cierta duda, pero que no estaba segura.

De un momento a otro, tenía a santana a centímetros de mi cuerpo, podía sentir su respiración en mi rostro. Mi corazón latía como si quisiera salirse de mi pecho, pero no podía quitar mi mirada de sus labios, y en eso me susurra: -Siendo así, ¿cómo podría quitarte completamente esa duda que tienes? Yo tan solo trague en seco, y acerque mis labios a los de ella.

Sin Miedo a QuerernosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora