Sin Miedo a Querernos

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Me levante de la cama y me puse mi bata, baje las escaleras y fui hacia la puerta. Al abrir me encuentro con Paulina, la niña y mi querido padre. Me sorprendo mucho por su inesperada visita y a la vez me preocupo en que Amy baje y tener que dar explicaciones a mi papa. –Hoo...oola, ¿qué hacen aquí?

Mi papa me aparta y entra hasta la sala de estar y me dice: -También me da gusto verte hija. Se desabrocha el botón de su saco y toma asiento en el sillón. –Perdón papa, no los esperaba. Invito a pasar a Paulina con la niña y les pregunto a qué se debe el tenerlos por acá y a estas horas. Me quedo de pie esperando una respuesta sin dejar de mirar hacia las escaleras rogando que Amy se quede en la habitación.

-Disculpa la hora Santana, le dije a tu padre que no quería molestarte pero el insistió en venir. Mire a mi papa con ojos interrogativos, realmente no entendía nada. –Descuida paulina pero explíquenme que pasa. Mi papa se puso de pie, se acercó al mini bar y se sirvió un poco de whisky.

-Bueno hija, como sabrás Paulina tiene pocos días en la ciudad, a mí no me parece adecuado que se quede con su niña en un hotel porque Alexa tendría que estar encerrada todo el día en cuatro paredes. En mi casa en este momento los cuartos de huéspedes están en remodelación, ya sabes cómo es tu madre. Entonces se me ocurrió que podrían quedarse acá contigo.

No pude evitar abrir mis ojos y toser un poco. Esto era más de lo que pensaba. Mire a Paulina y a la niña. ¡Dios! Que excusa podría usar para decirles que no. Definitivamente estaba en un lio, quería matar a mi padre justo en ese momento. –ehh... bueno realmente no hay problema, ustedes pueden quedarse acá y yo irme a uno de tus hoteles papa- lo mire. En ese momento Paulina se puso de pie y dijo: -No, no Santi cómo crees, esta es tu casa.

Mi padre miro su reloj y me miro con ojos retadores –Ni hablar, se quedan las tres acá, además no será mucho tiempo Santana. Así que vamos Paulina a bajar sus cosas del auto. Cuando se disponían a salir escuche que la puerta de la habitación se cerraba. Cerré mis ojos y respire profundo pero en cuestión de segundos Amy estaba en las escaleras. – ¿Santana, esta todo bi...?

No termino lapregunta al ver a mi padre y a Paulina. Mi papa levanto su mirada hacia lasescaleras, y con un tono de voz que demostraba su molestia pregunto: -¿Y quién es esta niña Santana? Antes depoder contestarle algo Paulina se me adelanto. –Es su empleada Don Santiago.