Llegamos al restaurante donde nos esperaban ya dos clientes muy importantes de la agencia. Bajamos del auto, y caminamos hacia la entrada y la señorita muy risueña nos da la bienvenida y nos pregunta si tenemos alguna mesa reservada. Mi jefa le contesta que sí, que de hecho nos están esperando. La chica muy amablemente le pregunta su nombre, revisa en su lista y finalmente nos guía hasta la mesa.
Dos hombres muy elegantes se ponen de pie cuando nos acercamos, nos estrechan la mano y pasamos entonces a sentarnos y a ordenar la comida. Mientras esperamos que nos sirvan, mi jefa saca de su maletín unos documentos y les plantea nuevas propuestas y precios a los señores. Yo busco en mi bolso para ver la hora en mi celular y recuerdo que lo deje tirado en la oficina. La comida llega, comemos en silencio y realmente esta pasta con salsa de camarones esta exquisita.
Minutos después el camarero se acerca para preguntarnos si deseamos algo más y se dispone a levantar los platos terminados. Mi jefa se ríe y le contesta: -Todo dependerá de la repuesta de ellos en cuanto a mis ideas, si su respuesta es sí, necesitaremos una botella de champan para brindar. Todos nos reímos, y uno de ellos dice: -De ser así, pues vaya trayendo esa botella. Mi jefa se pone de pie, les da un apretón de mano y les asegura que no se van a arrepentir.
Luego de brindar y de despedirnos de los nuevos socios, caminamos hacia el auto, santana antes de entrar en él, mira su reloj y se percata de la hora, me dice entonces: -Amy ya no creo que sea necesario regresar a la oficina, ¿así que te parece si te llevo a tu casa? Entramos al auto y entonces le respondo: -Jefa... Ehh Santana lo que pasa es que deje mi móvil en la oficina, si quiere me deja en una línea de taxi, lo busco y me voy a mi casa. Santana me mira muy seria. –De ninguna manera, te llevo a la oficina, buscas tu móvil y te llevo a tu casa y no hay más nada que puedas decir que haga que cambie de opinión. ¿Vale?
Ahí estaba ella con su gran mando incluso fuera de razones laborales. No me quedo de otra que asentirle con la cabeza. Llegamos a la agencia, me dice que buscara un par de papeles en su oficina mientras yo busco mi móvil y nos vemos en unos minutos en la puerta de entrada. Corro a mi oficina, recojo mi móvil sin tan siquiera mirar si tengo llamadas o mensajes y lo guardo en mi bolso.
Ya estoy en la puerta esperándola, y al pasar de unos segundos la veo caminar hacia a mí, se ha quitado su chaqueta y tiene un poco la camisa fuera de su falda, se ha hecho una cola de caballo y por primera vez la veo tan relajada y natural. Llega a mi lado y me pregunta: -¿Nos vamos? Le contesto que si casi segura de que puede darse cuenta que estoy babeando.
Ya estando en la entrada de mi edificio, le agradezco por la invitación a comer, y por el aventón que me ha dado. Me dice con una sonrisa que no hay nada que agradecer y que no tendría ningún problema en volverlo a repetir. Abro la puerta del auto y cuando me dispongo a bajar siento su mano en la mía que me detiene, y creo que también el corazón se me ha detenido.
¡Oh por Dios! Siento esa piel tan suave y creo que me voy a desmayar. Sin soltarme la mano me pregunta si me gustaría hablarle de la razón por la cual lloraba antes. Sin tomarme la molestia de pensar lo que le iba a decir, lo solté: ¿Quieres subir a tomarnos algo y así contarte todo? Ella no lo duda tampoco y baja de su auto.
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Sin Miedo a Querernos
RomanceAmy se volvió una chica solitaria después de su ultima ruptura amorosa, gracias a eso encontró un nuevo trabajo, en el cual jamas imagino llegar a conocer al amor de su vida. Santana una mujer empresaria y exitosa. dueña de una agencia de viajes, pa...