La dolorosa realidad

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La escuela estaba como siempre. Los mismos ruedos del día común en el liceo francés más importante del distrito. Todo era normal, todo era tan monótono que incluso dolía, en especial a Marinette, quien ese día tenía un dolor de cabeza que dios se libre de cualquiera que la tenga. 

—¿Marinette?— preguntaba la maestra de historia, alzando la cabeza llena de orgullo tras darse cuenta de que una de sus alumnas no daba la suficiente atención a la pizarra.

—¿Eh?— Marinette salía de su mundo para mirar a su profesora. Algunos alumnos rieron ante la desconcertada cara que hizo, pero luego se callaron al darse cuenta que sus ojos estaban no solo levemente irritados, sino que lloraban un momento.

—Marinette, necesito que pongas atención a la clase—

—Lo siento, señorita. No me siento muy bien, ¿puedo ir a la enfermería?—

La profesora asintió con la cabeza, mientras la pelinegra agarraba las cosas de su asiento y corría con prisa a la enfermería. 

Una vez estuvo en ese lugar, se encargó de encerrarse en uno de los minúsculos cubículos donde sacó a Tikki de su bolsita.

—Marinette, deberías llamar a la enfermera— decía la diminuta Kwami, para después poner sus patitas sobre su boca. Su dueña lloraba.

—No me siento bien, Tikki— murmuró Dupain-Cheng con tanto cuidado como pudo tener, exceptuando una pequeña salida de voz que no resistió.

—¿Qué pasa?—

—Tikki— Marinette tragó en seco, alzando sus enormes ojos azules —Todo el día he pensado en eso—

—No es correcto, Marinette. Las cosas se hicieron de esta manera, ¡no puedes estar llorando todo el tiempo porque no eres un chico!—

Marinette frunció los labios con fuerza, ahogando un grito que por suerte contuvo en el fondo de su garganta

—Pero eso ya me está afectando, Tikki. Me duele la cabeza de solo pensar en que no soy un chico por naturaleza—

TIkki suspiró, mirando a su compañera de aventuras con cariño. 

—Yo sé, Marinette, pero...—

—No. Mi nombre es Mortimer

Tikki quedó callada. Era la primera vez que, a lo que su mente entendía, había una ladybug que se descubría como chico trans

—Quizás estás confun...

—No— volvió a interrumpir —No sabía lo atrapado que estaba hasta que encontré quien era en realidad. Sé que de no haber sido por ese error, nunca hubiera pasado, pero, tu misma lo dijiste, Tikki. Todo pasa porque algo debe ser. Todo debe ser. Y si pasó, es que quizás estoy destinado a ser un chico... un chico trans—

Tikki, a esas alturas, ya no sabía que decir, así que simplemente se aferró a un mechón de Mortimer. Sí, ese Mortimer que tenía cabello largo y usaba pantalones rosados, con pestañas largas y brillo labial.

—Yo te acepto, Mortimer

Dicho esto, el dolor de cabeza del ahora chico, desapareció. 

De pronto, se escuchó la puerta de la enfermería abrirse de golpe. Mortimer abrió la pequeña puerta del cubículo para descubrir que entraba Chloé Bourgeois, quien también tenía los ojos llorosos y la cabeza baja por primera vez en su vida.

—¿Marinette?— llamó Chloé desde casi la entrada. Tikki regresó a la bolsa donde siempre se ocultaba y abrió la puerta.

—Hola, Chlo— sonrió, sintiéndose seguro. No había nada más especial que mirarla

—Ahí estabas...

De pronto, el tiempo se congeló. Chloé abrazaba con tanta fuerza a "Marinette" que pareció que la rubia daba sus últimas fuerzas en ese abrazo. Fue ahí donde Mortimer se dio cuenta de que su llanto no paraba.

—Hey, tranquila... ¿Qué pasa?—

Chloé rompió el abrazo, mirándolo con un leve puchero. —Extraño los mismos ojos que tienes. Son iguales a los de...

—¿Mortimer?— susurró Dupain-Cheng.

—Sí... — contestó ella con enojo —No puedo creer que algo tan fugaz me haya hecho tanto daño.

Y dicho esto, salió de la enfermería.

Fue entonces cuando entró la enfermera con notable confusión, pues la hija del alcalde salía con la cara roja y las mejillas empapadas de Marinette no dejaban de servir como juego para lágrimas.

—Marinette, ¿todo está bien?—

—Señorita— dijo con tono suave —¿Cuánto cuesta un tratamiento hormonal?—

La enfermera abrió los ojos de golpe. 

—Los estrógenos son...

—No —volvió a interrumpir la menor —Testosterona—

Hubo un silencio incómodo.

—... también es cara. No sé que está pasando, Marinette. Pero ten por seguro que no es el momento correcto, aún no tienes 21 años.

Mortimer frunció el ceño, pues ese no era su nombre.

Se dejó revisar por la enfermera, quien le hizo el enorme favor de darle permiso de ir a casa temprano.

Una vez estuvo en su habitación, tras claro, haberle dicho a sus padres que tenía jaqueca, se metió a la cama y empezó a buscar tratamientos. No habían pasado unos minutos tan cortos cuando de pronto salió en las noticias de un nuevo akuma.

Mortimer, cansado, se transformó en Ladybug y corrió al séptimo distrito, donde concluyó su lucha contra una mujer llena de envidia por no poder comprar unos zapatos junto a su compañero de batallas Chat Noir.

—Mi lady, hace mucho no te veía— dijo el juguetón gatito, quien abrazó por la cintura a su lady e intentó robarle un beso, como siempre.

Ladybug se zafó con rapidez de su agarre, como siempre... pero en esta ocasión, fue aún más rápida, cosa que dejó a Chat Noir con la boca abierta y las cejas rectas.

—¿Estás bien?— Preguntó el enmascarado gato parisino

—Sí, Chat Noir. Solo es muy molesto que intentes besarme cada vez que terminamos de luchar.

—Mi lady, no debes temer. Sabes bien que mis garras te cuidarán de cualquier otro chico que intente besarte— y dicho eso, empezó a jugar con su brazo, mostrando sus músculos.

—De lo único que debería temer es del enorme ego que tienes.

Bien, eso sí que le había dolido.

—Ya, ¿qué pasa?

Fue ahí cuando Ladybug frunció el ceño con furia, apretando los dientes.

—¡No es justo! ¡Tú tienes el pecho plano, la espalda ancha, tu cintura no es tan pequeña como la mía, tus piernas no son tan flexibles como la mía y tienes entre tus pie...!

Calló de golpe

—Mi lady— a esas alturas, Chat Noir parecía entenderlo todo —¿Estás... bien?

—Sí, lo estoy. Pero, por favor, no me vuelvas a llamar así, porque no soy "una lady"—

El pitido del último minuto antes de la destransformación a su forma civil empezó a sonar, y, sin resongar, ambos huyeron fuera de la escena para mantener su identidad a salvo. 

Sin embargo, Chat Noir había entendido. Después de todo, él conocía a alguien que había pasado muy bien por eso. 



À l'inverse ; Male!Marinette  {Chloenette} {MLB}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora