Mortimer despertaba sin fuerzas. Había sido una noche larguísima.
Abrió los ojos y lo primero que vio fue a Chloé dándole la espalda, con el cabello enredado y la piel de gallina. Sonrió con fuerza. Se sentía feliz, calmado. No tenía ni idea de que podía sentir tanto por alguien como lo estaba sintiendo en ese momento.
Abrazó a la rubia antes de levantarse, viendo una pequeña nota en una de sus varias mesas.
"No me despiertes, me duele la cabeza. Si quieres toma un baño y vete antes de que suba mi mayordomo" decía el papel.
Mortimer hizo caso, o bueno, un esfuerzo. Supuso que podría tomar una ducha en su hogar, así que simplemente se vistió y, asomándose con cuidado, salió corriendo de la habitación, tomando un ascensor cualquiera para llegar a la planta baja y así salir del hotel.
Lo que no se esperaba era encontrar reporteros, camarógrafos y periodistas una vez las puerta del ascensor se abrieron. Los flashes lo cegaron un momento, por lo cual tuvo que hacer un esfuerzo con su vista, empujando a todos aquellos trabajadores de la prensa que tanto querían saber quién era él y por qué había llegado con la señorita Bourgeois la noche anterior.
Salió corriendo del hotel y apenas los perdió en un callejón, sacó su celular para ver cual era la ruta más rápida de llegar con el Maestro Fu. Por suerte no estaba tan lejos como él creía.
Pasaron unos minutos en los que su caminar ocultaba su cabeza, hasta finalmente tomar las llaves y abrir la puerta, ahora encontrándose con el anciano quien fruncía su ceño con notable ira que contenía con esfuerzo y ayuda de Tikki, quien revoloteaba por su cabeza diciendo cosas inentendibles.
Ambos, el joven y el anciano, se miraron por unos momentos que a el adolescente le parecieron eternos.
—Hola— se atrevió a decir Mortimer con una sonrisa nerviosa, alzando los hombros
—Mortimer, ¿se puede saber por qué hiciste lo que hiciste?—
—Oh, e-es que Chloé...—
—Chloé nada, muchacho— interrumpió el adulto mayor —No estuvo nada bien lo que hiciste. ¡Entregaste tu cuerpo temporal a los delirios, no usaste la cabeza! ¡Tienes suerte de que tu fertilidad se haya visto afectada por el cambio que tuviste, de otra manera, te estaría golpeando con la escoba!— alzaba la voz.
Mortimer nunca se imaginó verlo tan enervado. Bajó la cabeza con lágrimas en los ojos, pues sabía que tenía razón.
—Lo siento, Maestro Fu...—
—Mortimer, yo te elegí como Ladybug por su capacidad intelectual y noble corazón, y ahora parece que solo piensas en hacer uso de tu...
—¡No, no, de verdad que no!— ahora era él quien interrumpía.
El Mastro Fu suspiraba notablemente decepcionado, negando con la cabeza.
—Ayer en la madrugada terminé el brevaje. Lo tomarás hoy, volverás a la normalidad y te olvidarás de todo este desastre
—¡Maestro Fu, no puedo volver a ser Marinette justo ahora! ¡Chloé y yo...!—
El Maestro Fu alzó la mano en señal de que debía guardar silencio. Mortimer obedeció, sintiendo las lágrimas caer por sus mejillas tan incontrolables como lo que estaba a punto de decir.
—Tendrás que buscar tus maneras de arreglar este lío, porque la magia de Ladybug es todo lo que necesitamos ahora
El anciano empezó a caminar, seguido del pelinegro que iba tras él. Tikki, en cambio, entendía bien la situación, y sabía que Mortimer al fin llegaría a su fin.
Ambos llegaron a la habitación, esa donde había varios frascos extraños y pócimas ancestrales con capacidades extraordinarias. Y entre todas, una con un líquido dorado. Mortimer sabía bien qué era lo que querían lograr, por lo cual sentía sus ojos arder. Iba a llorar pronto.
El Maestro Fu lo tomó y se lo pasó.
—Maestro Fu... Deme unos meses más, por favor...—
—Es hora de que retomes tu responsabilidad, Marinette. Tómalo ya—
El joven suspiró, tomándolo con fuerza, tragando con tanta velocidad que sintió que su garganta se irritaba. Era ahora o nunca.
Su cuerpo comenzó a emitir una luz que cegó al anciano y a Tikki, quien se asomaba por una rejilla de la puerta para ver qué era lo que pasaba.
Uno o dos minutos después, Marinette cayó al suelo con un dolor de cabeza tan intenso que se quedó sin consciencia apenas sus pies pisaron la madera.
—¡Marinette!— Tikki entró corriendo, admirando a su amiga y dueño que yacía en el piso, con un su cuerpo vuelta a la realidad.
—Traquila, pequeña, despertará en un momento. Le ha pegado el cambio— comentó el maestro Fu, saliendo de la sala.
Tikki lo siguió, dejando a Marinette despertar a su tiempo.
En otro lado de la ciudad, Chloé abrazaba a su mejor amiga, Sabrina, quien la escuchaba emocionada, pues Chloé no dejaba de decir que había, finalmente, encontrado un buen chico que podía llenar todo su vacío.
Marinette abrió los ojos con tal violencia que sintió que se le resecaron un poco. Se sentó en el suelo, admirando su pecho ahora abultado, sus caderas anchas y su fina cintura. Tocó sus brazos delgados y sus muñecas estrechas. Sonrió de felicidad, pues al fin volvía a ser ella misma.
Pero de pronto la invadió la melancolía. Parpadeó un par de veces mirando sus manos vacías. Esas que habían tomado la mandíbula de Bourgeois para besarla.
El Maestro Fu había hecho una hipótesis de que volviendo a ser una chica quizás olvidaría todo lo vivido siento Mortimer, pero sus cálculos fueron fallidos. Ahora tenía memorias que le dolían hasta el alma.
Comenzó a llorar en silencio, levantándose para ir a su habitación. Sabía qué seguía: Ir al departamento policial a decir que unos bandidos de Hawk Moth la habían golpeado en la cabeza y que pasó unos meses viajando de pueblo en pueblo hasta regresar a París. Historia poco creíble, pero era la mejor que se le había ocurrido al Maestro Fu.
Entró a su recámara, quitándose la ropa, admirando su cuerpo femenino. Su llanto no cesaba. No tenía molestias siendo una chica, pero definitivamente ahora se sentía una cosa insignificante, ya que todo lo que vivió con Chloé, las peleas con Adrien y los secretos de sus amigas ahora no significaban nada.
Menos ahora que siendo una chica nunca tendría el amor de Chloé.
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À l'inverse ; Male!Marinette {Chloenette} {MLB}
FanficCuando todos conocieron a Mortimer, supieron que algo andaba mal, pero no sabían exactamente qué. Sin embargo, Mortimer logró adaptarse muy rápido al colegio, a sus compañeros y aparentemente a la vida caótica de la capital francesa. Mas había una c...