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¿Qué te ha pasado?


Han pasado meses desde que Kate pintó en el muro a las afueras.

Meses que han seguido igual excepto por una cosa.

Kurt.

Y es que la rubia no puede dejar de pensar en él. No sabe porque, pero es así.

La canción que hace meses acababa de empezar ya estaba circulando por el mundo, y por lo tanto, hoy tenía una entrevista sobre ello.

Así que estaba en el plató, contestando preguntas.

— ¿Y qué nos puedes decir de la nueva canción? ¿Qué significa para ti?

— La canción se la dedico a mi hermana, Birdie. Murió en un accidente,  a los diez años.

— Eso es horrible.

— Lo sé.

— ¿Y tú hermana te apoyaba en tu carrera?

— Bueno, por aquel entonces yo tenía catorce, sólo pensaba en que quería cantar, y hablaba todo el día de ello con Birdie.

— ¿Y tu hermana que pensaba?

— Ella era muy madura a veces, y me decía frases que me descolocaban al sólo tener diez años. Un día me dijo "te quiero ver haciendo todo de lo que me hablas, aunque yo no esté ahí".

Que profundo.

— Si... M descolocó, porque en todo caso yo moriría antes de vieja que ella. Birdie era especial. —decía Kate mientras una lágrima caía por su rostro.

...

Kurt se había enterado de que Kate iba a tener una entrevista, así que no dudó en verla.

No se había atrevido a ir a su casa. ¿Y si quedaba como un desesperado?

Cuando Kate empezó a hablar de su hermana (de la cual Kurt no tenía ni idea que existió), pudo ver la tristeza plasmada en su rostro, los pequeños detalles, como por ejemplo, cómo se mordía las uñas, cómo no podía dejar el pie quieto... Cómo soltó una lágrima al hablar de ella.

Eso le dolía, porque sabía que ese tema le afectaba, y entonces, se le encendió la bombilla.

Puede que Birdie sea uno de los fantasmas que le persiguen.

Puede que consiga ayudarla. Si la letra de esa canción está basada en su hermana, puede que averigüe más sobre cómo es la vida de Kate.

Y escucharía la canción hasta aprendersela, porque puede que así logre ayudarla.

...

El resto de la entrevista había sido sencilla, el entrevistador le había preguntado cosas sobre el futuro, nuevo álbum, o algo.

Tras terminar la entrevista fue al baño y se tomó tres pastillas antidepresivas.

El médico le había dicho que sólo dos, pero el ésto era un caso extremo.

Cuando hablaba sobre Birdie el mundo se venía abajo.

Todo se derrumbaba, y no había límites para la depresión. Era horrible.

Seguramente eso se debía a que después de la muerte de Birdie, sus padres la culparon, le echaron la culpa, porque era lo que necesitaron, echarle el muerto a alguien y no cargar con nada.

Todo recayó sobre Kate, que tan sólo tenía catorce años, y no podía con tanto.

Los antidepresivos habían sido recetados hace no mucho.

Volvió a su casa lo antes posible y se encerró en su habitación.

Y lloró, lloró por todos los años que estuvo reteniendolo, que se lo aguantó para que sus padres no se quejaran.

Tenía todo el maquillaje corrido, pero le dió igual. Se puso una sudadera verde con unos pantalones anchos, y fue paseándose como alma en pena hasta la cocina. Seguramente las pastillas tardarían en hacer efecto, como siempre, pero merecería la pena.

Abrió el frigorífico y sacó un bote grande de helado de chocolate que tenía reservado para estas situaciones.

Entonces llamaron a la puerta, y le dió igual ir con esas pintas, aunque pareciera un zombie.

Fue hasta la puerta y abrió mientras cargaba la cuchara de helado.

Le sorprendió mucho ver a Kurt Cobain en su puerta. Al principio llevaba una sonrisa, pero en cuanto la vio se puso serio.

Y es que no pudo evitar hacerlo, pues la chica que hace unos meses les recibió sonriente ahora le recibía triste, comiendo helado, con el maquillaje emborronado y con la nariz roja de seguramente llorar.

— K-Kurt... ¿Qué haces aquí?

— ¿Qué te ha pasado?

— Yo pregunté primero.

— Llevaba mucho sin saber de ti... Y... Bueno, pues eso. Responde.

— Estoy bien. No me pasa nada. —dijo con el tono más calmado que pudo.

— Tu cara y el helado no dicen lo mismo.

— Que sí, esto —dijo señalando su rostro—. Es porque me he lavado la cara con el maquillaje puesto, y justo has llamado a la puerta.

— ¿Y el helado?

— El otro día compré helado y me lo quería comer.

— ¿Y el aspecto de zombie moribundo que tienes? ¿Y la nariz enrojecida? Venga Kate, no me mientas.

— Vale, pasa. —Kurt pasó a la casa y se quedó en la puerta esperando una explicación.

— Me lo vas a decir.

— Bien, ¿y qué sí he llorado? Llevo desde que salí de esa mierda de sitio queriendo hacerlo, y ahora resulta que llego a mi propia casa ¡y tampoco puedo! —en algún momento de la conversación, Kate había empezado a llorar.

— Ey, no llores, ¿vale? Sigues estando guapa, pero no es excusa. —decía Kurt mientras la abrazaba y ella seguía llorando en su pecho.

— Es qu-que n-no lo entienden —decía Kate cómo podía—. Es un tema delicado, y-y no quiero hablar de el.

— A veces viene bien hablar de ello, te librarás de una carga.

— Sí, p-pero no quiero hablarlo delante de medio mundo.

— ¿Y porqué no me lo cuentas ahora? A mí.

— Bueno... Va-Vale. Pero espera que no quiero llorar mientras te lo c-cuento.

— Tenemos todo el tiempo del mundo.—decía mientras le apretaba más contra sí.

𝘿𝙐𝙈𝘽 - Kurt CobainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora