Buenas tardes, vamos allá
_______________________________________- Sí, de hecho por ahí viene el médico – anunció María – vamos – dijo ayudando a Amelia a levantarse y toda la familia se acercó al cirujano.
Respiraron. Respiró. Por fin sintió que aquella opresión en el pecho se liberaba y podía volver a respirar con libertad. Luisita estaba bien. La operación, según el médico, había salido todo lo bien que cabía esperar. Habían conseguido liberar la médula de la presión y la lesión, aunque grave, no había empeorado y esperaban que mejorará ahora que no había obstrucción. Tendrían que esperar a que despertara de la operación, y a que todo terminase de sanar para saber si la rubia podría o no dejar la silla atrás.
Aún tardaron un buen rato en poder ir a verla. Pero ahora esperaban de otra manera. La seriedad y la incertidumbre habían dejado paso a las risas, las conversaciones distendidas y las bromas familiares. Fueron, por turnos, a comer y está vez, a diferencia de la anterior, sí consiguieron tomar algo.
Casi tres horas más tarde y con los nervios a flor de piel comenzaron las visitas. Los primeros en entrar a ver a la rubia fueron, como no podía ser de otra manera, Manolita y Marcelino. Estuvieron dentro de la habitación unos eternos diez minutos y cuando salieron le tocó el turno a María y Nacho.
- ¿Estás segura de que no quieres entrar tu primero? – insistió María desde la puerta.
- Tranquila, id vosotros, ahora entro yo – contestó Amelia con una sonrisa.
- Está bien – anunció Marcelino sentándose a su lado – está un poco molesta y algo aturdida por la anestesia pero está bien – repitió.
- Gracias – dijo con una leve sonrisa mirando a su suegro.
- Y ha preguntado por ti – le dio un golpecitos en el hombro – está deseando verte, yerna.
- Y yo a ella – contestó nerviosa.
- ¿Y entonces por qué estás aquí, con esa cara de mustia? – preguntó de nuevo Marcelino.
- No lo sé – se encogió de hombros – no dejo de pensar en un sueño que he tenido y en qué hubiera pasado si la operación no hubiera salido bien y…..
- Y no tienes que pensar en eso porque eso no ha pasado – atajó – Escúchame, Amelia, la operación ha salido muy bien, ella está bien y se va a recuperar – dijo con seguridad – es verdad que aún no sabemos si volverá a caminar pero al menos lo ha intentado y ha conseguido las fuerzas y la valentía necesaria para hacerlo y eso es gracias a ti – sonrió – así que deja de pensar en lo que ha podido pasar, porque no ha pasado y entra ahí a ver a mi hija que está deseando verte y darte un beso – finalizó y Amelia sonrió ampliamente al darse cuenta que el Marcelino de su pesadilla ni existía, ni existiría jamás.
Cinco minutos después, María y Nacho salieron de la habitación. La mayor de las Gómez se abrazó a su novio y este sonrió de lado. Amelia, empujada por su suegro, se levantó y con la dificultad que le daban las muletas llegó a la puerta de la habitación y la abrió sin necesidad de aviso.
Entró intentando hacer el menor ruido posible, no quería importunar a quien parecía dormir. Llegó a su lado y dejando las muletas a un lado se sentó en uno de los incómodos sillones al lado de la cama. Tomó su mano y la besó lentamente. Sonrió cuando escuchó un leve ronroneo por parte de la rubia.
- Hola – saludo melosa una Amelia que no dejaba de sonreír al verla despierta.
- Uhmm hola – contestó Luisita esbozando otra sonrisa.
- ¿Cómo estás?
- Supongo que bien – apretó la mano – he soñado contigo – susurró.
- ¿Ah sí? – acarició la mano – ¿y qué has soñado?
- Que vivíamos en los 70 – relató – tu eras vedette.
- ¿Vedette? – se rio ante tal información – con lo mal que yo canto, mi amor.
- Uh, uh – negó – cantas muy bien aunque no lo quieras reconocer.
- Bueno, es igual – se sonrojó - ¿Y tú a qué te dedicabas?
- Uhmm… no lo sé pero creo que en un bar o en una radio.
- ¿En una radio? ¿De locutora? – preguntó Amelia sin dejar de mirarla embelesada.
- Sí, creo que sí – dijo intentando hacer memoria.
- Oye pues…. – sonrió – creo que podrías ser una gran locutora de radio, tienes una voz maravillosa, amor.
- Bueno, solo fue un sueño – le restó importancia justo antes de quedar en silencio - ¿Tú cómo estás? Pareces cansada – dijo intentando acariciar su rostro son llegar a tocarlo.
- Digamos que ha sido un día intenso – sonrió acercándose más y logrando, ahora sí, que Luisita dejará una caricia en su mejilla – pero estoy bien ahora que te veo y te veo bien – besó ligeramente su mano.
- Bueno… eso de bien – movió ligeramente la cabeza.
- ¿Qué pasa? ¿Te encuentras mal? – se preocupó.
- No, es solo que…. No sé, Amelia, no noto que haya cambiado nada – continuó – sigo sin sentir las piernas.
- Pero amor, es normal – se calmó – acabas de salir de la operación, estás aún con efectos de la anestesia y además ya sabemos que la recuperación no va a ser inmediata – recordó – ahora viene la segunda parte y va a ser poco a poco, no vas a levantarte de un día para otro. Así que no seas impaciente y vamos a darle tiempo a las cosas. Vayamos paso a paso.
- Vale – contestó sonriéndole – tienes razón – le concedió – Ahora dime qué te pasa – insistió, Amelia desvió la mirada.
- Es una tontería, Luisita – intentó escurrir el bulto pero sabía que la rubia no lo permitiría.
- Amelia – insistió.
- Está bien – suspiró hondamente – hoy ha sido uno de los días más difíciles que he vivido en mi vida – comenzó a decir – la posibilidad de que no salieras de esa operación me ha estado oprimiendo el pecho durante horas – dejó escapar una osada lágrima – y también me ha hecho pensar en todo lo que podía pasar e incluso soñar con ello.
- Mi amor, lo siento - susurró Luisita con un nudo en la garganta.
- No lo sientas, no es culpa tuya – corrió a decir – es más, tú has sido muy valiente y muy fuerte – sonrió apretando sus manos – y te quiero con toda mi alma. Hoy me he dado cuenta que te quiero más de lo que soy capaz de expresar con palabras.
- Y yo a ti, mi amor – contestó absolutamente emocionada.
- Cásate conmigo – pronunció en un susurro sin apartar la mirada de los ojos de la rubia.
- Pero…. Amelia – contestó emocionada y fuera de juego – Si tú no querías casarte, dijiste que….
- Ya, ya sé lo que dije pero olvídalo – corrió a decir – olvida todo eso. Escúchame: quiero casarme contigo porque te quiero, porque quiero gritarlo y celebrarlo con todo el mundo – beso la mano que tenía entrelazada – quiero casarme contigo porque quiero que seas mi familia – continuó – y sí, quizás tú lo ves solo como un papel y tal vez yo también pero ese papel, Luisita, nos da capacidad de decisión.
- ¿Qué quieres decir?
- Quiero decir que…. Que si alguna vez me pasa algo, tú puedas decidir por mi, y viceversa y que no haya nadie que pueda decir lo contrario.
- Amelia…. Mi amor….
- Pero sobre todo quiero casarme contigo porque te quiero como no he querido nunca a nadie – afirmó – y porque quiero que celebremos que nos hemos encontrado, que nos hemos mirado y que nos que nos queremos – se quedó callada y mira sola, apretando su mano y dejando que las lágrimas de emoción y felicidad por tenerla con ella resbalara por su rostro - ¿Qué me dices? ¿Te quieres casar conmigo?
- Claro – dijo en un susurro lleno de emoción contenida – claro que quiero.
- ¿Sí?
- Sí, tonta sí – y las sonrisas de ambas se ampliaron – ven aquí, dame un beso ¿No? – dijo entre risas y lágrimas felices.
Amelia se levantó a la pata coja y se acercó a su novia atrapando sus labios en un beso suave y tierno que llevaba consigo todo el amor que sentía por ella. Se miraron, sé sonrieron y volvieron a besarse sin poder dejar de llorar emocionadas por tenerse la una a la otra. Y entendieron, justo en ese momento, que ellas dos habían nacido para amarse, que estar juntas era su estado natural y que querían gritárselo al mundo entero._______________________________________
Lo raro que se me hace actualizar a esta hora 😂😂😂😂
Me da un poco de rabia porque no me ha quedado como me estaba quedando el que se me ha borrado pero igualmente espero que os guste y que se entienda bien lo que quería expresar aquí 😂
Pido disculpas por los errores médicos que pueda haber aquí 🙈🙈
Mil gracias por leer 😘😘
ESTÁS LEYENDO
Step By Step
FanfictionUn año atrás la vida de Luisita sufrió un cambio radical de 180 grados, las ganas de seguir luchando habían desaparecido por completo hasta el momento en el que Amelia se cruza en su camino. La llegada de la morena, para sustituir a Luisita en su t...