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*Advertencia: capitulo con contenido violento, leer bajo su propia consciencia.

La madre de Suna tuvo que irse de emergencia por un paciente, prestándole a Kota un buzo y una camiseta de Suna para dormir, obligándola a usarlo, después de eso ambos adolescentes quedaron solos de nuevo, ninguno de los dos sabía bien que decir, el beso que se habían dado no era para nada como el que se dieron ese día en la pista, ese estuvo lleno de cariño pero deseo y ninguno sabía cómo reaccionar a lo último.

—Yo, tal vez tenga que ir a casa...

—¿Irás? —preguntó Suna, sentándose junto a ella en el suelo, ambos estaban en la habitación de Suna (con la puerta abierta a petición de la madre de Suna), sentados en el suelo con su espalda apoyada en la cama.

—¿Cómo?

—¿Irás a tu casa? ¿En ese estado? —le volvió a preguntar sabiendo que haría la chica, probablemente deambule por ahí, no quería dejarla sola en ese día, el día que murió su madre y donde le dieron una paliza, donde la vio tocar fondo. Temía que las cosas en la casa de Kota estuvieran tan mal que sufriera un daño mayor o simplemente se fuera a no sé dónde.

Kota soltó una risa nasal y jugó con sus dedos.

—Supongo.

—Quédate —soltó sin pensar y cuando recibió la mirada sorprendida de Kota sintió sus mejillas enrojecer —Digo, puedes quedarte hoy aquí, ya sabes, puedo dormir en el sillón o incluso en la cama de mamá y tú en mi cama, no creo que sea buena idea que vayas así... —se trató de explicar, regañándose por hacerlo sonar tan doble sentido.

Kota tomó su mano con delicadeza y le sonrió de lado.

—No tienes por qué hacerlo.

—Pero yo quiero —le aseguró, tomando seguridad de la nada.

Kota recostó su cabeza sobre el hombro de Suna y cerró los ojos, dejándose llevar. Podía aceptar un día más de felicidad, solo uno, un día donde pudiera estar con Suna. Ninguno dijo nada, quedándose en silencio, uno cómodo.

—Gracias.

El chico apoyó su cabeza sobre la de Kota y también cerró los ojos, disfrutando del momento. No le gustaba ser cursi pero ella hacía que todo saliera natural, tenerla así tenía su corazón bombeando muy fuerte pero por alguna razón era pacifico, tierno, dulce. Le gustaba estar así con ella. Le gustaba ella, encontraba que sus imperfecciones la hacían ella y sus cualidades una razón más para amarla.

—Gracias a ti.

Jamás pensó que estaría así.

Una idea tonta vino a su cabeza.

—Oye, Kota —recibió una monosílaba de su parte —Tú no puedes ver colores, entonces, ¿sabes de qué color tienes los ojos?

Kota abrió los ojos, obligándose a despertar. Recordó las palabras de su madre hace muchos años «Unos muy bonitos, cuando alguien te diga el color sin que preguntes entonces sabrás que esa persona es importante para ti...». Levantó el rostro para ver al castaño

—Los tienes dorados —le dijo mirándola con una calma que jamás le vio en el rostro —Y son muy bonitos.

«Entonces sabrás que esa persona es importante para ti».

Kota ya lo sabía pero... Suna era la primera persona que se lo decía y jamás se lo había preguntado, se quiso reír, su madre era muy sabia. Acercó sus rostros y le dio un beso casto en los labios, llevándose la sorpresa del chico.

Smile For Me [Suna Rintaro]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora