Plumas

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En su aislamiento de George, Dream busca ayuda de un amigo.

***

El picaporte de latón está frío bajo sus dedos, y le deja con gentileza al cerrar la puerta. Las paredes de la habitación de invitados se comban a su alrededor. Cuando aprieta los nudillos contra la pintura, esta se ondula y oscila de un rincón a otro.

Ladea la cabeza con lentitud para examinarla. ¿A qué venía yo aquí?

—Está más ordenado de lo que me esperaba —oye una voz desde el otro lado de la habitación.

Dream da un paso a ciegas al frente, y sus pies chocan con una maleta negra tirada en la blanca alfombra.

—Hombre, claro. No soy mal anfitrión —se oye a sí mismo responder; las palabras escapan de sus labios sin él quererlo.

Oye una sosegada risa familiar. —Bueno, eso lo diré yo.

Dream mira al frente. —Venga ya, George. Tenme más fe.

George se sienta en la cama, y se agacha para desatarse los zapatos. La tela del edredón sobre la que está es una trampa moteada de brillantes y polvo de estrellas.

—¿Has pasado la aspiradora antes de que llegara? —pregunta George.

Dream abre la boca para responder algo, y de repente se topa con un grueso muro tras el que se ocultan sus recuerdos. El tiempo se dobla y desdobla en su cabeza.

Se queda mirando a George. —¿Cuándo has llegado aquí?

—¿Hm? —George se quita las zapatillas— Mi avión llegó antes hoy.

Dream esquiva su maleta con cuidado al acercarse. —¿Ah sí?

George levanta la cabeza para mirarle. Su pelo es oscuro, y está limpio. Sus mechones parecen tan suaves que Dream se pregunta si parecerán plumas al tacto. Las mangas largas, remangadas por el antebrazo, exponen sus pálidas muñecas. En su regazo, equilibrando sobre su pierna, hay un cuchillo de caza hecho de acero y cuero.

—No —se responde Dream a sí mismo con suavidad. Se sienta al lado de George, mirando cómo tira el cuchillo al suelo—. Esto... no es real, ¿a que no?

George se queda quieto un instante, y le mira dubitativo.

—Lo es, si quieres que lo sea —dice George en voz baja.

Dream aparta la mirada, y observa la pared líquida tras ellos. No tiene claro qué le está paralizando los miembros: si el espacio que los separa, sus latidos en declive, o el hecho de no ser capaz de mirar a George a los ojos sin derrumbarse.

—No sé si eso funciona así —murmura Dream.

—¿A qué te refieres?

Una sonrisa torcida aparece en su cara. —He querido muchas cosas que no eran reales, en el pasado.

George le pone la mano en el hombro, en un gesto reconfortante. —¿Y ahora es igual?

Su tacto a través de la camiseta le provoca cálidos cosquilleos a flor de piel. —Oh, nunca he querido algo como tú.

—Algo como yo, ¿eh? —dice George, y Dream sabe por su voz que está sonriendo.

—Sí, eres un creído —se mete con él y alza la mano para rozar la suya—. Pero muy listo.

George, divertido, le da un apretón en la mano. —¿Listo por qué?

Dream al fin levanta la mirada para verle los ojos, la respiración se le acelera cuando se siente caer en sus formidables océanos de café. Las esquinas de la habitación se difuminan a su alrededor. Puede sentir el corazón como loco dentro del pecho.

Heat Waves || DreamnotfoundDonde viven las historias. Descúbrelo ahora