Amores del pasado.

6 0 0
                                    

~Ya hemos conocido la historia de Sarah y Darrel, pero ¿qué era de ellos antes de que se conocieran?~

En esta ocasión nos ubicaremos en el año de 1987, Sarah era una joven en su época dorada, sus 17 años, recordando que ésta escapó de casa dejando a sus padres, sabemos que no fue fácil al principio, ¿habrá sido posible que haya recibido el apoyo de alguien en la ciudad?...

-SARAH-

Era una tarde como cualquier otra, mi vida se estaba resumiendo en vagar por la calle buscando un lugar donde refugiarme para no morir en el transcurso de mi búsqueda por Darrel...

Las tardes eran horribles, horas y horas caminando bajo el espantoso sol y las noches eran las más frías que había sentido en mi vida, la falta de comida hacia que empezara a arrepentirme de haber iniciado mi travesía en búsqueda del amor de mi vida. No podía volver, todo indicaba que mis padres ya no me aceptarían en casa y todo apuntaba de mal a peor.

...de pronto, gracias a mi pérdida de entusiasmo, a la falta de ánimos por seguir, me topé con un chico que al momento de verme se asustó, ya que yo estaba cayendo al suelo...

Las horas pasaban, el tiempo seguía su curso y yo no podía detenerlo, recuerdo que en ese momento pensé que moriría y lo último que vería sería a aquel chico que iba pasando por enfrente de mí.

Cuando desperté pude notar que ya no estaba en la calle, si no, estaba en un lugar completamente gris, me encontraba con un ser tan extraño, pero tan familiar, no pude dirigirle la palabra, ya que cada vez que me acercaba, este seguía alejándose, pude notar que llevaba una etiqueta de nombre y éste era "Leinad"

Éste sólo me observaba de reojo, de él sentía una gran aura amenazante, no sabía quién era ni que era lo que podía hacerme, sin embargo, decidí conversar con él cuando recuperé el habla.

-¿Qué es lo que hago aquí?- Le preguntaba mientras seguía guardando mi distancia con él. -¿Ya he muerto?-

-Calma, por suerte tienes la oportunidad de seguir tú camino si así quieres.- me decía aquél ser de ojos oscuros.

-¿De qué estás hablando?- Me causaba algo de curiosidad el saber que era lo que me ofrecía.

-Mira, realmente si fuera por mí habría acabado con tu vida tan pronto como quisiera, pero lamentablemente en el momento en el que te di el golpe de gracia has recuperado tus ganas de seguir, debo de respetar tu voluntad.-

-Si así es, entonces dime, ¿qué hago aquí?, ¿qué es este lugar?-

-Ah, sí, disculpa mi falta de educación... me llamo Leinad, soy el ser que decide cuando alguien muere, soy un trabajador directo del dios del inframundo, estás en el mundo de los recuerdos, aunque realmente parece ser un simple pasillo.-

-¿Qué es lo que hago aquí?-

-Estás aquí porque te tengo que dar una segunda oportunidad, eso sí quieres tomarla, tengo que mostrarte memorias del pasado y una que otra cosa del futuro, como un fantasma de Navidad.-

-Ya veo, ¿puedo ver solamente las del futuro?, el pasado que tuve lo tengo bastante en mente cada día.-

-¿Estás segura de eso?, podrías arrepentirte después.- mencionaba dudoso

-Claro que sí.- Dijo con completa seguridad.

-Entonces comencemos con esto...-

Esas palabras abrieron un círculo debajo de mí, al mismo momento pasaron frente a mí, miles de escenas, mi hijo, mis nietos y de más, todo lo que debía seguir fue pasado por mí cabeza en sólo segundos...

Al momento de despertar, sólo podía recordar mi nombre, mi edad y que estaba haciendo en la ciudad, parecía ser que el precio de no querer ver nada acerca del pasado era olvidarlo, no lograba recordar quienes eran mis padres, ni de dónde venía, sólo podía recordar cosas del futuro...

- Me llamo Alfredo Casas Torres- Decía un sujeto que estaba parado a lado mío. - Te traje aquí cuando perdiste la conciencia en la calle, por suerte caíste cercas mío y eso facilitó mucho el traslado.-

-¿Alfredo?, ¿recuerdas si tenía algo más conmigo?, no logro recordar absolutamente nada.-

-Tranquila, estás en buenas manos, no vi nada más que a ti en ese momento, pero supongo que estás completa, parece que llevas días sin comer o eso fue lo que me dijeron los médicos mientras revisaba la causa de tu desmayo.-

- No lo sé, creo que sí, no recuerdo a dónde me dirigía antes de caer al suelo.-

- Ya entiendo, ¿sabes dónde vives?, para ir a alertar a tus padres o irte a dejar ahorita que te den de alta.-

-Lamento mucho lo que te diré, no recuerdo de dónde vengo y creo que ya estoy sola desde la última vez que comí.-

-Entiendo, entonces ven a vivir conmigo en lo que encuentras donde quedarte, vivo sólo y creo que sería cómodo compartir con alguien la casa.- Mencionaba con una sonrisa cálida a la contraria.

-No sé si sea lo mejor, pero si no hay problema, creo que está bien.-

Con una pequeña sonrisa en el rostro acepté, parecía ser un pequeño rayo de luz que me había enviado algún Dios...

Los días estuvieron pasando con completa normalidad, cuando me mudé a casa de Alfredo él comenzó a ganarse mi corazón poco a poco, todo parecía marchar con completa seguridad, todo marchaba bien. Parecía ser que vivía en un cuento de hadas, en el cual ya me encontraba en el felices para siempre, había pasado ya unos meses y dormíamos juntos, salíamos juntos, comíamos juntos, todo lo hacíamos juntos, hasta que se llegó el día en el que todo comenzó a cambiar...

-Sarah, creo que es momento de pedirte esto, ya tengo tiempo buscando la oportunidad de hacerlo, pero no había encontrado momento.- Me decía aquel mientras estábamos tomando unas bebidas deliciosas.

-Claro, ¿de qué se trata?- Le pregunté con curiosidad.

-Este tiempo hemos estado juntos, como si fuéramos algo más que amigos y quería saber si acaso tú ¿quieres ser mi novia?-

La pregunta me tomó con total sorpresa, yo sólo lo veía como un hermano, pero no quería destrozar su corazón...

-Alfredo...-

-Espera, sé que es lo que vas a decir, por favor, dame una oportunidad, sé que quizá no soy lo que buscas, pero puedo hacerte muy feliz, Sólo dame una oportunidad...-

Estas palabras movieron algo dentro de mí, me dieron una esperanza y ganas de intentar lograr algo con él.

-Está bien Alfredo, yo acepto ser tu novia.-

Después de eso los días se volvieron aún mejores, hasta que de pronto apareció de nuevo Darrel en mi vida, logrando así que yo me olvidara poco a poco de Alfredo y llegó el punto en el que cambié a una persona que había dado todo por mí por alguien quien sólo se había presentado frente a mí por accidente... 

En búsqueda de una verdad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora