⍣ Capítulo 17 ⍣

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Capítulo 17

Sin perder tiempo, Gulf y Aran corrieron hacia la habitación de donde provenía el disparo. En cuanto Gulf abrió la puerta, se quedó helado, y por primera vez en la vida sintió como lo celos lo carcomían por dentro. Sanya tenía el rostro de Mew entre sus manos y pretendía besarlo. ¡Sobre su cadáver!

- ¡Maldita hija de perra! – la aventó al suelo sin importarle que fuera una mujer - ¿Qué le hiciste? –

Mew seguía hincado en el suelo mirando a un punto fijo sin parpadear, seguía en estado de shock por lo que había visto y por lo que había escuchado. Ver el desfigurado rostro de Wang lo había transportado a esos días en los que vivió un infierno a lado de su padre y de su maldito amigo, además se había sorprendido al escuchar que su padre había trabajado para los Chanthara. Él nunca lo supo.

- ¿Qué mierdas le hiciste maldita puta enferma? – le gritó Gulf a Sanya mientras que Aran le apuntaba con el arma.

- Lo salvé de mi padre, pedazo de imbécil – la mujer señaló el cuerpo de Wang que Gulf no había notado – la intención de mi padre era matarlo, pero yo me adelanté a sus planes –

- ¡Mew! ¡Mew! ¡Mew, reacciona! – Gulf lo sujetaba por los mejillas, absolutamente preocupado de su estado pues éste no parecía recobrar el sentido. Jamás lo había visto así, parecía un cuerpo sin alma.

- ¡De pie, zorra! – le gritó Aran a Sanya que le devolvió una mirada de odio.

- Tú a mí no me das órdenes – la mujer encaró a Aran.

- Tira el arma o te vuelo la cabeza – advirtió el pakistaní.

- No te atreverías, un verdadero caballero no se mete con una mujer – lo retó la hija de Wang.

- Me importa un carajo que seas una puta mujer – indicó Aran – si estás metida en esto tendrás el mismo trato que nosotros ¿No habían luchado las mujeres por su igualdad? ¡Ahora te jodes! –

Sanya le lanzó una mirada que echaba chispas. El argumento de que era una mujer le había funcionado con los miembros de su clan, pero era evidente que los Kanawut no le darían el mismo trato, mucho menos Aran, ya que en su país ni siquiera tenían el menor respecto por la vida o los derechos de la mujer.

- No te diré otra vez – previno Aran – baja la maldita arma ahora mismo o desprenderé la cabeza de tu tronco – accionó el botó del lanzamisiles dispuesto a acabar con ella.

Sin embargo, un nuevo disparo se volvió a escuchar y esta vez, Sanya caía al suelo mientras el arma resbalaba lentamente de sus manos. Había recibido el tiro de gracia en la nuca, murió al instante con expresión de asombro. 

- ¡Qué demonios?! – Aran dio un paso atrás y Gulf abrazó a Mew para protegerlo del disparo.

- Siempre le dije a la estúpida de Sanya que a los enemigos se les tiene que disparar a la cabeza – Wang se levantó del piso sacudiendo sus ropas para después observar a Aran – no son los únicos que le compran a los japoneses sus sofisticados trajes antibalas – confesó.

- ¿Qué carajo le pasó a tu cara? – cuestionó Aran sorprendido, aunque inmediatamente después recordó lo que Mew le había dicho respecto a que había dejado una fea cicatriz en su rostro, pero aquello iba más que una simple marca.

- Esto – señaló su rostro – esto ha sido un presente por parte de Mew, pero ya le he devuelto el favor – se burló Wang.

- Aran – habló Gulf – llévate a Mew y mantenlo seguro.

- Pero mi lord... -

- Es un orden –

- No puedo dejarlo solo con este hombre – refutó.

Enemigo PerfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora