⍣ Capítulo 4 ⍣

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Capítulo 4

Para las fuerzas especiales encargadas de la seguridad del país, especialmente para el ejército y para la población en general, era un misterio el cómo las bandas del crimen organizado eran capaces de conseguir información de sus enemigos. Claro que intuían o se imaginaban los métodos para obtenerla, sin embargo, nunca dejaban de impresionarse. Debía ser un trabajo de inteligencia y espionaje tan perfectamente bien estructurado que no tenían nada que envidiarle a la CIA o a la Interpol. 

En aquellos momentos, los dos principales cárteles se encontraban bajo una nube de extrema tensión. El asesinato de Tanya Chanthara había desatado aquella situación tan estresante que se había convertido en una bomba de tiempo y le quedaba muy poco tiempo antes de explotar.

 Cada uno de los clanes estaba al pendiente de los movimientos del otro a la expectativa de un ataque o de un trabajo de espionaje. La confianza no existía en esos momentos y la fidelidad de un miembro hacía su grupo, pendía de un hilo. No solo se trataba de demostrar quién era más fuerte, sino de quién era el más inteligente. 

No obstante, no podían dejar de lado sus negocios ilícitos, necesitaban de ellos para seguir en el mercado y aumentar ilegalmente sus arcas financieras. Quien tuviera más nexos comerciales, más armas, y más poder ganaba la guerra y la recompensa de ese siniestro juego de poderes era increíblemente motivadora.

¿Cómo había llegado Gulf a ser el líder un poderoso grupo delictivo? Sencillo. Herencia. Desde que llegó al mundo había estado metido en ese submundillo que al crecer, inevitablemente sería suyo. Había nacido en "cuna de oro", no tendría que luchar por el poder porque el poder era suyo. Solo que la muerte de sus padres había adelantado el proceso, y por esa razón, su personalidad se había distorsionado un poco. 

Gulf, solía ser un chico solitario, muy retraído y bastante mesurado. Obviamente no había tenido una infancia normal. Siempre estuvo rodeado de hombres adultos que le enseñaban los trucos, las trampas, las manipulaciones y el manejo general de una organización criminal. Su padre se encargaba del tráfico de armas, drogas y las peculiares tierras raras, mientras que su madre estaba a cargo del tráfico de personas. Mujeres y hombres que eran vendidos para diferentes tareas. Él aprendió de ambos y cuando éstos murieron, tomó las riendas de todo, aunque claro, tenía cierto personal de confianza al que le delegaba algunas funciones. Eso sí, sin dejar de tener el control de todo. 

Pero al quedar a cargo, tuvo que cambiar su personalidad introvertida por una cruel, despiadada y sanguinaria, sino lo hacía se lo comerían vivo, y en un mundo como el del crimen, siempre gana del rival más fuerte, más inteligente, más ingenioso, más audaz. Y de ser "el joven Gulf", pasó a ser "el señor Kanawut". El príncipe de la mafia, su alteza real, el soberano narcotráfico y las armas, y un sinfín de apodos que no hacían más que elevar su grandeza.

- Han pasado dos meses y no hemos sabido nada de Mew Suppasit – comentó Renu - ¿Cree que se haya rendido señor? – Gulf observó a su guardaespaldas, un taciturno hombre de cuarenta años con cuerpo de veinteañero. Ágil, fuerte, inteligente y decidido.

- No creo que sea esa clase de hombre – respondió sin dejar de ver el monitor de su computadora portátil – está jugando con nosotros, ya deberías saberlo, déjalo que se entretenga, tenemos cosas más importantes en que ocuparnos que estar pensando en Mew Suppasit –

- Si señor –

Hui no se encontraba con ellos. El jodido interés que mostraba por aquel asesino empezaba a molestar a Gulf. Su empleado había quedado absolutamente flechado por aquel hombre, y aunque no podía culparlo, estaba poniendo en tela de juicio su lealtad hacia él, así que le daba tareas que lo mantuvieran lejos de su vista y de los negocios que tenía en puerta.

Enemigo PerfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora