✘ ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ᴜɴᴏ

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Viernes 26 de Mayo del 2023

Gimhae, Corea del Sur.
6:30 p.m.

Un año, dos meses y dos semanas después del primer contagio

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Dos siluetas masculinas ingresaron por el margen de la puerta cuyo cristal se había quebrado, dejando fragmentos diminutos esparcidos por el suelo entero. El ambiente estaba lleno de polvo, telarañas y olía a moho. Nadie había estado aquí en mucho tiempo; los primeros locales estaban saqueados, destruidos por la gente desmoralizada, y los objetos restantes eran inservibles o estaban en mal estado. Sus ojos color avellana, prudentes e indagantes, paseaban por las diversas tiendas abandonadas y con la respiración controlada, sostenía firmemente su pistola Glock con ambas manos mientras caminaba cautelosamente intentando hacer el menor ruido posible con su andar.

El chico mayor, quien dirigía la búsqueda atendía al nombre de Park Jimin, el cual tenía cabello castaño oscuro, un rostro de facciones finas y delicadas destacando en sus ojos rasgados y labios en forma de corazón, estatura promedio y cuerpo sumamente delgado, raquítico. Dejando de lado esas vestimentas sucias y desgastadas que siempre le habían caracterizado desde el inicio de la miseria.

El chico menor, llamado Kim SeonWoo o Sunoo caminaba unos pasos detrás de Jimin, copiando atento todos y cada uno de los movimientos del castaño como un espejismo para evitar meter la pata como el adolescente inexperto que era.

Por último, unos metros más adelante que ambos chicos, Byron olfateaba desesperadamente todo el lugar en busca de un olor específico, babeando enmedio del acto.

—¿Hueles algo, amigo? —  le preguntó Jimin al animal de cuatro patas y este sencillamente movió la cola de un lado hacía otro y siguió con la nariz pegada al suelo, centrado en reconocer el sitio desconocido.

La postura del canino se percibía tensa, los pelos de su lomo estaban en punta, pero no había indicios de que la situación fuese por un mal camino, así que siguieron avanzando, por supuesto sin estar confiados. Que el sol no se haya ocultado todavía significaba que estuvieran fuera de peligro. Las noches solían ser más peligrosas, pero nunca se estaba a salvo, jamás. El silencio era un vil engaño para hacerlos bajar la guardia.

Jimin observó como el pasillo se disgregaba en varios y se vieron obligados a tomar aquel que tenía mejor iluminación. No estaba seguro de reconocer el camino de vuelta a la salida, pues el centro comercial era inmenso. Tenía vibra de estar en un Backroom.

—No iremos muy lejos. Solamente hay que centrarnos en buscar lo que necesitamos y regresar, ¿de acuerdo? — explicó mediante susurros y Sunoo asintió frenéticamente a la orden en completo silencio.

Ambos siguieron caminando sigilosamente por varios locales. Entraron a unas cuantas tiendas departamentales en donde tomaron las prendas de ropa que les parecieron de tallas más universales para los demás sobrevivientes o cualquier artículo útil que estuviese en buen estado, no obstante, seguían sin conseguir su primordial objetivo: alimento. 

Jimin escuchaba sus tripas gruñir en su interior, exigiendo aunque sea por un mendigo trozo de comida. Llevaba días sin comer adecuadamente, haciéndole sentir débil, agotado, muerto, no sabía como seguía en pie pero lo hacía milagrosamente. La comida era lo que realmente importaba, su misión era buscar la zona de cafetería para buscar algunas sobras en las bodegas de los restaurantes. Recordaba que estos locales se hallaban en las segundas plantas.

ᴛʜᴇ ᴇɴᴅ ᴏꜰ ᴛʜᴇ ʀᴏᴀᴅ 〤 ᴋᴏᴏᴋᴍɪɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora