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Sábado 27 de Mayo del 2023Busan, Corea del Sur.
2:00 a.m.Primer día juntos.
...
Los edificios cuyas estructuras estaban al borde del colapso eran el panorámico de bienvenida al área metropolitana de Busan. Una zona roja en donde miles de personas habían muerto, es decir, una zona infestada. Cada kilómetro era peor que el anterior, más azaroso y siniestro, muerto como si hubiese pasado incluso décadas; atestado de automóviles destruidos que obstruían el camino, lleno de escombros de los edificios y otros materiales peligrosos que cubrían el asfalto.
La camioneta rodeo un poste del tendido eléctrico que estaba en la cuneta izquierda hecho un lío de gruesos cables. Tenían que avanzar a una velocidad lenta para no llamar la atención de los engendros que estuvieran cerca de ahí. No se podía ver nada, únicamente aquello que alcanzaban a iluminar los faroles opacos del vehículo a unos cuantos metros por adelante.
Este no era el Busan de sus recuerdos. Todo estaba destruido. Jimin se sentía perdido y desesperado. Luego de horas en el trayecto ya no sabía cuál era su ubicación, pero cada vez se alejaban más de su refugio, de su grupo. Había hecho lo posible para no llorar, pero sus ojos estaban lagrimosos, la nariz congestionada y sus manos temblorosas se aferraban a Sunoo para calmar el miedo que lo estaba envolviendo.
No tenía ni la más remota idea de a donde los estaban llevando y, aún peor, que les sucedería una vez que llegaran a ese destino o si aquellos hombres tendrían la humanidad de cumplir su palabra sobre curar a su joven compañero. La incertidumbre surgía porque esta clase de gente no debía tener ni un atisbo de honor.
Imaginar las espeluznantes cosas que podían hacerles provocaba temblores en su cuerpo. Había cosas mucho peores que morir, de eso no había duda. Sunoo era un niño que no merecía estar pasando por algo así y Jimin estaba acorralado. Lo tenían contra la espada y la pared, ya que él tenía todo para perder aquí. Lo estaban chantajeando de la peor manera y no podía defenderse.
Por donde buscara, no había escapatoria.
Ansioso, analizó a cada uno de los hombres discretamente por el rabillo del ojo; los dos que iban en la parte de enfrente eran quienes se veían más fuertes y peligrosos porque eran grandes en musculatura. Después el chico castaño junto al hombre degenerado iban a su costado y por último, los gemelos amontonados en la cajuela acariciando a Byron parecían gentiles y jóvenes al igual que Sunoo, eran adolescentes, sin embargo, no podía confiar en nadie. Esa era la nueva regla.
El chico llamado Seungmin le ofreció una lata de zanahorias, la cual Jimin rechazó dignamente por más hambriento que estuviera; cada vez se sentía más enfermo y apagado, pero el malestar físico era lo que menos importaba ahora. Aquel insistió, su rostro parecía amable y le sonreía con pena, sin embargo, Jimin negó y volvió su vista al frente al sentir la mirada filosa como la hoja de un cuchillo, proveniente del hombre pelinegro que manejaba la camioneta.
Desde que partieron del centro comercial no dejaba de vigilarlo por el espejo retrovisor aunque no estuviera haciendo nada. Parecía que no le gustaba que los otros hombres conversaran con él.
Posiblemente era quien más le causaba temor. Era un tipo musculoso, rudo y frívolo, a pesar de ser joven tenía cara de ser tremendo hijo de perra. Le había dejado un moretón en la muñeca y estaba seguro que se la pudo haber quebrado solo con apretar un poco más. Jimin no podía hacerle frente a una persona así.
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ᴛʜᴇ ᴇɴᴅ ᴏꜰ ᴛʜᴇ ʀᴏᴀᴅ 〤 ᴋᴏᴏᴋᴍɪɴ
HorrorVayas a donde vayas, en ningún lugar estarás a salvo. No existe el gobierno. No existen las reglas de ningún tipo. No existen los valores. No existe la moral. No existen las clases sociales. No existen las tradiciones. Lo único que si existe es el h...