✘ ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ᴠᴇɪɴᴛɪᴅᴏꜱ

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Miércoles 20 de Mayo del 2023

Busan, Corea del Sur.
04:00 a.m.

Un año, tres meses y nueve días después del primer contagio.

...

En medio de la oscuridad, Jimin daba vueltas y vueltas sobre su cama debido a la ansiedad que se lo estaba comiendo vivo. Su cabeza estaba hecha un enredo. Estaba agitado, pero sobre todo asustado. Escuchaba los latigazos de su corazón en los oídos y no podía dejar de moverse entre las sábanas mientras observaba el reloj de la pared que aún no marcaba la hora esperada. Había sentido miedo en muchas de sus formas y colores, conocía la sensación, el temblor en su cuerpo, el ardor en su estómago y el sudor frío goteando por su columna vertebral, no obstante, este sentimiento era superior a todo lo anterior.

Se sentía como si estuviera perdiendo el aire de sus pulmones al mismo tiempo que su corazón bombeaba con rapidez. La paranoia lo hacía pensar en ilusiones terroríficas para nada sensatas, pues entre más se acercaba la hora de la verdad y más pensaba, más analizaba los riesgos y las cosas que podrían salir mal en este temerario intento de escape, las cuales eran demasiadas.

Las cosas malas siempre eclipsan las buenas. En lo único que podía pensar era en la forma en que iba a ser capturado, maltratado y aniquilado.

Desde aquel día que hizo el pacto con Seungmin la ansiedad fue en aumento y ya había transcurrido un amanecer desde aquel entonces, veinticuatro horas, para ser exactos, las cuales se vivieron con un filtro lento y tortuoso color grisáceo, dedicados a planear, simular, evitar y esperar...

A esperar este momento.

Seungmin y él repasaron el plan cientos de veces, de inicio a fin, para no cometer ningún error. Conocían los riesgos, así como las ganancias. Jugaban por todo o nada, y aunque el miedo de perder estaba presente y Jimin tuviera destellos de cobardía que lo hacían querer retractarse y rendirse ante la oscuridad, simplemente quedarse sujeto a su destino en la Capital, las palabras de Seungmin lo volvían a mantenerse firme en la decisión tomada, pues aquel tenía razón en absolutamente todo lo que dijo.

Debía dejar de tener miedo a lo que podría salir mal y comenzar a emocionarse por lo que podría salir bien con esta oportunidad dorada que cualquiera de los pobres esclavos quisiera tomar. Aunque fuera una locura, la fe y la esperanza era la certeza de que esto tenía sentido, independientemente de cómo fuese el resultado. Valía la pena luchar por su vida hasta la muerte, valía la pena hacerlo por Sunoo, por Byron, por sus amigos... Esto iba más allá de su propio bienestar, englobaba muchas cosas más y ya no había razón o amenaza suficiente que lo detuviera.

No había marcha atrás.

Sin embargo, a pesar de tener claro lo que iba hacer, todavía había algo que inconscientemente lo estaba frenando y aumentaba su deseo de flaquear. Una persona que no se podía sacar de la bendita cabeza.

—Tal vez cambie de opinión si ambos tratamos de persuadirlo — le había dicho Jimin a Seungmin esa misma tarde.

—Lo conozco mejor que tú, Jimin. Creeme que no cambiara de opinión y una vez le digamos lo que planeamos hacer, va a mantenernos encerrados por querer cometer algo tan estúpido — contestó el azabache al instante —. Tenemos que hacerlo sin él.

Jimin vaciló un poco y respiró profundamente mientras se agarraba las manos sudoríficas.

La idea de hacerlo a espaldas de Jeon se sentía fatal, como una puñalada trapera y Jimin no podía evitar sentirse agobiado, aunque querer hacerlo no fuera su culpa. Era un maldito cautivo que fue traído aquí por la fuerza y ahora quería pelear por su libertad.

ᴛʜᴇ ᴇɴᴅ ᴏꜰ ᴛʜᴇ ʀᴏᴀᴅ 〤 ᴋᴏᴏᴋᴍɪɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora