Advertencia: Capítulo con sadismo, escenas de esclavitud y violencia explícita.
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Jungkook lo había estado ignorando durante todo el camino. No iba a lidiar con los ojos de aborrecimiento que le daba Jimin, el cual caminaba detrás suyo y observaba la realidad que se vivía dentro de la Capital. Como primera impresión, había sido transportado al mundo antiguo. Era una ciudad como cualquier otra, iluminada e indemne, los cimientos seguían en pie, no había muertos vivientes y personas saludables pasaban caminando tranquilamente por las calles.
... Sin embargo, era una fachada de la mugre.
Era una maldita cárcel, bordeada por cuatro muros gigantescos de piedra gris que protegían la ciudadela. Demasiados soldados. No había flancos débiles. Así como los errantes no podían entrar, las personas que estaban adentro no podían salir y era irónico que Jimin quisiese salir de nuevo a la invasión de los muertos.
Frente a ellos, pasaron varios camiones con vagones de carga, dirigiéndose a las bodegas de la Capital en donde resguardaban los suministros y la artillería pesada. Los hombres que regresaban de la última expedición iban sobre los vagones cargando sus pistolas orgullosas, bañados en sangre pútrida por todo el cuerpo como si no les molestara la repugnante podredumbre que emanaba y cuyos rostros eran iguales a los diabólicos relatos que Jimin había escuchado; una cicatriz y una sonrisa irónica trazando sus caras como si fuesen los reyes del mundo.
Algunos de aquellos lo miraron fijamente y Jimin se escondió en las espaldas de Jungkook a quien le fueron completamente indiferentes los hombres de la caravana y les sostuvo la mirada hasta que se perdieron al final de la calle. El pelinegro observó a Jimin por encima del hombro, que titiriteaba del miedo y rechistó.
Se asustaba fácilmente, como ya había notado.
—Muévete — ordenó y Jimin lo siguió.
Probablemente la organización era la única "cualidad" que tenía esta gente. Wonho le había explicado que todos aquí tenían un papel o una categoría asignada. Desde los centinelas que protegían el muro, los soldados que hacían todo el trabajo pesado y sucio, los Igores que construían nuevas obras a punta de latigazo y las mujeres... En donde estos dos últimos eran los desdichados y se llevaban la peor parte.
Había una hectárea de tierra café y caliente. Por doquier había hombres sudados yendo de aquí para allá, Igores, trabajando arduamente en la construcción de una estructura que parece, seria un edificio. Se veían exhaustos al punto del declive, pero no se detenían y seguían cargando tablas de madera a cuestas sobre sus espaldas, haciendo mezclas de cemento y conduciendo tractores.
Era impresionante en el mal sentido. En un tramo más adelante, había un jardín grisáceo en donde un puñado de mujeres lavando ropa a mano y completaban otras actividades cotidianas visiblemente resignadas a esta vida; sus ojos lo gritaban.
Se podía notar quiénes eran los prisioneros sin cadenas solamente con ver sus rostros apagados y tristes. Algunas de ellas incluso tenían el vientre abultado. Las mujeres y algunos niños pequeños vieron a Jimin ser arrastrado por la mano derecha de Dakho y no se sabía quien sintió más pena por el otro. Tal vez ellas un poco más por Jimin al notar que lo llevaba al almacén principal en donde cosas malas ocurrían todos los días.
Una pequeña niña de coletas negras miró a Jimin escondida en las faldas de su madre y le hizo una señal con la manita en forma de saludo que Jimin imitó con dolor. Seguramente le gustaba ver un rostro diferente a los que estaba acostumbrada, bonito y limpio, porque inmediatamente se escondió detrás de su madre cuando vio a Jeon.
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ᴛʜᴇ ᴇɴᴅ ᴏꜰ ᴛʜᴇ ʀᴏᴀᴅ 〤 ᴋᴏᴏᴋᴍɪɴ
HorreurVayas a donde vayas, en ningún lugar estarás a salvo. No existe el gobierno. No existen las reglas de ningún tipo. No existen los valores. No existe la moral. No existen las clases sociales. No existen las tradiciones. Lo único que si existe es el h...