𝟔

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La coneja quedó inconsciente por todas las obscenidades que habían estado haciendo en esas cuatros paredes sucias de polvo y sangre.

Hero levantó el cuerpo somnoliento de Anastasia en sus brazos, sintiéndose orgulloso de haber complacido hasta la inconsciencia a su omega. Podría durar toda la vida enterrado en ese pequeño paraíso personal.

Recorrió todo el pasillo hasta la habitación principal.

La dejó arriba de la cama y la rodeó de muchos almohadones suaves, para que no le molestarán en la piel, que había notado frágil.

Sentir aquel lugar impregnado del delicioso aroma de la omega lo tenía fascinado.
Luego se encargaría de que dejará su rastro en su cueva, ahí es donde ella debería de estar junto con él, no en un castillo, presos en las obligaciones que demandaba ser los líderes.

Pese a su molestia, sabía que la luna lo había bendecido con una hermosa coneja y él se encargaría de protegerla de cualquiera que se atreva interrumpir su estado de paz.

Todavía tenía que descubrir mucho de ella.

También quería hacerla olvidar de su antigua manada porque ella no volvería jamás a alejarse de su lado porque es donde pertenece.

Salió despacio de la gran habitación y llamó a Noah, el beta de la manada.

—Manda a limpiar el desastre de la habitación que está en el fondo —ordenó con voz calmada.

Desde su despacho podía sentir el aroma de su omega y escuchar su respiración pausada.

Ésa es una coneja... —le advertía Noah con voz baja, para evitar enfurecerlo, pero no pudo evitar que Hero sintiera la repugnancia que le producía su omega sólo con su mención.

—Y tú eres lobo muerto si se te ocurre volver a referirte a tu luna de ese modo —ni siquiera le dirigió una mirada, quería seguir sintiendo a Anastasia. Y para eso tenía que concentrarse sólo en ella.

—Sí, mi alfa, discúlpeme —le respondió el beta tragando fuerte y con terror porque sabía de lo que era capaz.

—Ella es más que una simple coneja, es mía. Quiero confiar en ti para su protección, en cuanto se enteren de su especie habrá mucho conflictos dentro de la manada. Maté a esa loba porque estaba torturando a mi coneja, y no dudes que mataré a toda una jauría entera sí alguien se atreve siquiera a tocarle un solo pelo —amenazó mirándolo directamente a los ojos —espero que puedas hacer llegar el mensaje con la muerte de esa beta.

La realidad es que aunque pareciese una conversación, en realidad era una amenaza, palabras directas llenas de veneno y con una sola sentencia. Los pelos rubios de Noah se pusieron de punta, entendió lo que tendría que hacer.

La beta que mató Hero, fue la misma beta que lo cuidó hace algunos años cuando lo atacaron de forma sorpresiva una manada vecina, que por supuesto él se había encargado de destruir en cuanto se recuperó, hizo polvo todo sin ningún tipo de control o piedad por los líderes.

No se apoderó de esa esas tierras y esa gente hecha ruinas, no acogió a nadie de esa manada ni aceptó que su gente tocara las miserias que quedaron destrozadas y pisoteadas.

Entendió muy bien a Hero, aunque no estaba muy de acuerdo con su elección; sabia que no era precisamente algo que se pueda cambiar. Por lo que priorizar el bienestar de la coneja sería su más importante tarea y en cuanto supieran de ella, de lo frágil y traicionera que sería la luna de su manada muy posiblemente los atacarían, los intentarían reducir, Noah sólo esperaba que Hero fuera lo suficientemente fuerte como para salvarlos a ellos, ella y a sí mismo.

Fangs.           [R]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora