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Anastasia estaba hecha un ovillo de pelos en una esquina. Desde ahí contempló entre lágrimas el cuerpo inerte de Manuel, ella atravesaba por una conmoción inhumana debido a todas las emociones que tenía en lo más profundo de su pecho.

En su cabeza se le repetía una y otra vez la dramática muerte de quien hace minutos fue su pareja. Se compadeció por aquel lobo que con su último suspiro lejos de recordarle que la amaba, la entregó a ése insufrible animal.

La coneja que en base el tiempo corría más lágrimas le bañaban el rostro, se sentía acorralada y atemorizada. Sabía que no podría escapar de él una vez observó la vehemencia con la que la reclamaba suya.

Cuando dijo mía fue más allá de una simple palabra dicha a la ligera, le parecía promesa, incluso ella se lo creyó. Se creyó suya por unos breves segundos en los que recordó con aflicción a Manuel, segundos en los cuales bajaba la mirada y veía el sangriento escenario.

El líquido carmesí quedó esparcido por todos lados manchando mueble, pared, piso y a ella. Anastasia se llevó las manos inconscientemente a la cara intentando ocultar aquel desastre frente a ella.

Ahí, con las manos cubiertas de sangre, fue que cayó en la realidad de los desastrosos actos de Hero, aquel olor metálico la hizo dar un respingo hacía atrás provocando que se cayera y rodara su cuerpo hacía la esquina más alejada.

De repente sentía que no tenía suficiente aire en los pulmones y empezó a hiperventilar, todos los eventos ocurridos anteriormente la estaban alterando.

Los sentimientos de Anastasia se empezaron a engrandecer más y la tristeza era lo único que ella podía detectar.

Sintiéndose pérdida en lagunas de recuerdos que pasaban frente a ella tomando forma y color. Los momentos felices que tuvo con Manuel se materializaban estrujándole el alma y el corazón.

Volvían con ferocidad también las últimas palabras que él le había dedicado.

Sé buena con él, ve.

En cuestión de segundos sus sentimientos se veían mezclados y el dolor le abría paso al enojo, sintiéndose enferma por el odio tan acentuado que empezaba a crecer dentro de ella.

Aquellos sentimientos irreconocibles que mermadas en la omega eran producidos por la coneja que habitaba dentro de ella.

Lair.

Anastasia llenándose de valor sacó la cabeza del agujero de sus piernas y respiró profundo. No había señal del lobo por ningún lado.

Tragándose sus lágrimas y el dolor de su pérdida se movió del rincón y caminó por los pasillos guiada por puro instinto. Entró a una de las habitaciones abandonadas queriendo esconderse allí.

Para la mala suerte de Anastasia, lo único que pudo conseguir al entrar a aquella habitación fue toparse con un pecho tan duro como el acero y la proximidad en la qué estaban le permitió sentir en él fuerte motas de un aroma adormecedor. Para ella fue calma.

La humedad de un día lluvioso.

Hero luego de matar a Manuel y sabiendo del sufrimiento que había arrastrado a Anastasia huyó de ahí.

No la iba a dejar sin su protección. En realidad, no la dejaría por su propio bien.

Se encaminó a una de las oscuras habitaciones, todas estaban en un mal estado. Era una porquería aquel lugar.

Hero se permitió pensar una vez lejos de Anastasia, aunque no estaba lo suficientemente lejos porqué desde donde estaba aún podía escuchar sus fuertes lloriqueos sin una pizca de arrepentimiento.

Fangs.           [R]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora