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Park Jimin, un chico que resaltaba entre el resto. No por ser alguien de buen aspecto, sino, por ser alguien que sufría de constantes maltratos.

Su madre, siendo su única familia, pasaba la mayor parte del día trabajando y nunca tuvo el tiempo para enterarse de lo que sucedía con su hijo en la escuela, trabajo y relación.

Jimin tenía un único amigo, Kim Taehyung. Este era el último que le quedaba y le había demostrado que su amistad era sincera, pues la mayoría de sus amigos le habían dejado o simplemente olvidado.

Aunque él tenía una madre, creció solo, pues al ser solamente ellos dos, ella tenía que trabajar y lo dejaba en casa. Y a pesar de que Park Yae-rin, era una buena madre, nunca prestó la atención suficiente a su hijo. El cansancio la consumía y lo único que llegaba a hacer a casa era descansar.

Park Jimin era una persona normal, cuyo aspecto era bastante inusual; baja estatura, manos pequeñas y rechonchas, labios grandes y ojos pequeños, pecas en todo su rostro y unos hermosos ojos amielados detrás de unas gigantes gafas de marco blanco, siempre con ropa colorida y grande que le hacía lucir más pequeño.

Y no es que su aspecto haya sido el mayor de sus problemas, o la causa de los constantes abusos, sino, que su amabilidad era la culpable de todo. Nunca podía negarse, ir a la contra de alguien o siquiera defenderse, por lo que se convertía en un blanco fácil para los abusadores que le rodeaban.

Kim Taehyung, un chico un año mayor que Jimin. Quien lo defendió por un largo tiempo; en secundaria, y preparatoria. Había sido una larga lucha, pero había valido la pena, al menos para él, pues no para Jimin, el cual nunca aprendió la lección y siguió siendo la misma persona de siempre.

Inocente y amable.

Lo que también termina siendo: tonto e idiota.

No me mal entiendan, no por ser amable eres idiota, pero Park Jimin sí. Él nunca aprendía la lección.

Taehyung comprendió el porqué su amiga Nayeon se alejó de ellos apenas entraron a la preparatoria; se había cansado de lo mismo.

Y es que, comenzaba a ser una rutina. Defender a Jimin, poner en su lugar al abusador y al rato ver a Jimin en la misma situación.

Pero ése no era el punto ahí. El gran problema empezó cuando Jimin se mudó a Seúl para estudiar la universidad y conoció a Taemin, lo que Taehyung definiría como un completo patán. Lo trataba como quería, y Jimin nunca le ponía un "alto". O al menos, de eso se dio cuenta él cuando lo conoció. Taehyung ya no podía defenderlo al tenerlo lejos, y estaba cien por ciento seguro que Jimin no lo detendría.

Y justo como Taehyung lo pensó. Así fue, Jimin duró un largo año junto a ese patán que lo maltrató cada segundo de su relación.

Y Jimin no lo detuvo.

Aun cuando le llamó llorando y diciendo que había visto a su novio besando a una mujer y que eso no era todo, que incluso Taemin se molestó y le gritó por haberse metido en sus asuntos, como si le estuviese diciendo a Jimin que él podía hacer lo que quisiera aun estando con él.

Jimin no lo dejó, en lugar de eso se disculpó por haberlo seguido.

Jimin ya no soportaba aquello: el cómo su novio lo usaba una y otra vez, lastimándolo, engañándolo, humillándolo y rompiéndole el corazón, olvidándose de sus sentimientos, y dejándolo de lado.

Quería. No, debía terminar con todo y eso haría.

Le demostraría que Park Jimin no es tan tonto como él lo cree.

—Oye, Jimin. Amigo, estás por terminarte la botella tú solo.

—Sólo un poco más.

—Jimin... Es tarde.

—¡Ese...! ¡Ese maldito!

Y sí, Jimin tenía cuatro horas con dos minutos que había terminado con Taemin. Y no porque planeaba hacerlo desde hace un mes, sino, porque lo encontró con una mujer en su departamento.

En su propio departamento y en su cama.

—Creo que no fue buena idea venir aquí... —titubeó.

—Jackson.

—¿Qué?

—Tú... Tú eres mi amigo desde que Taehyung me dejó.

—Por lo que me has contado... Tú fuiste quien dejó a Taehyung.

—Entonces, ¿Eres...? ¿Eres mi amigo o no?

Jimin estaba realmente borracho. Su voz sonaba distorsionada y sus ojos -que de por si no se notaban- no miraban hacia ninguna dirección. Su cabello grisáceo estaba alborotado, sus mejillas y nariz rojas, y que ni se diga del hinchado de sus ojos a causa de que llevaba exactamente una hora con siete minutos llorando.

—Sí, soy tu amigo. Y como tal, te digo que lo mejor es ir a casa.

—Vete... tú. D-después yo tomaré un taxi y... meeee... voy a mi casa.

—Jimin. Ahora vives en mi casa. Y no, no te dejaré solo. Es muy peligroso.

—No... importa —dijo, entre hipidos.

—¿Cómo qué no?

—Lárgate.

—Jimin...

—¡Lárgate como los demás lo han hecho! —sollozó, empinándose la copa, sintiendo el alcohol quemar su garganta.

Jackson lo miró.

Eso le había dolido.

—¿Por qué sigues aquí? Ya te lo dije, no necesito a nadie a mi lado. Todos me dejarán al final.

Jackson no sabía que pensar. No quería dejar a Jimin sólo en un bar, pero tampoco quería quedarse y seguir siendo humillado por su único amigo.

—Sabes... Sabes que yo nunca te dejaré solo.

—Taehyung era mi mejor amigo. ¿Y en dónde está ahora? ¿Acaso está aquí? Si él siguiera siendo mi amigo estoy seguro que jamás me hubiera acercado a ti y a tu estúpida cara.

Eso sí que había cruzado la línea, y Jimin al darse cuenta de eso ya era demasiado tarde, pues su amigo había salido de ahí a toda prisa.

—Maldición... —maldijo, sobando su sien.

Incluso Taehyung lo hubiera desconocido. Jimin no es así y el alcohol mezclado con su impotencia lo había hecho comportarse de esa manera. Si estuviera en su juicio seguro que se hubiera ido después de eso, pero como fue de esperarse, se quedó ahí por un largo rato. En el que bebió como si su vida dependiera de ella, copa tras copa, y cada gota de ellas.

—¿Puedo acompañarte?

Jimin levantó la cabeza, y asintió. Observando con una sonrisa boba a aquel chico encapuchado sentarse frente a él.

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"Un par de copas"  →YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora