01

1.1K 130 8
                                    

Park Jimin, un chico que resaltaba entre el resto. No por ser alguien de buen aspecto, sino, por ser alguien que sufría de constantes maltratos.

Su madre pasaba la mayor parte del día trabajando y nunca estuvo ahí para enterarse de todo lo que pasaba su hijo en la escuela, trabajo y relación. En pocas palabras, nunca estuvo para él cuando más la necesitaba. Era una madre ausente que aunque la tenía presente, nunca pudo notar su presencia o tan siquiera su atención.

Para Jimin era muy difícil socializar, por lo que tenía un único amigo, Kim Taehyung. Este chico, cuya sonrisa cuadrada y piel acanelada era el único ser que se preocupaba por él y por mantener su amistad, pues la mayoría de sus conocidos lo habían dejado de lado para no meterse en problemas por su culpa e incluso, algunos de ellos se habían unido a quienes lo atacaban, para no ser molestados. Jimin era casi invisible para la mayoría de sus compañeros, pues a pesar de que era un chico demasiado lindo, nunca fue suficiente para que alguien quisiera quedarse a su lado.

Taehyung era diferente al resto, él a diferencia de su madre, era alguien quien siempre se mantuvo presente en su vida desde que se conocieron.

Park Jimin era una persona normal, cuyo aspecto era bastante inusual; cabello peligris, baja estatura, manos pequeñas y rechonchas, labios grandes y ojos pequeños, pecas en todo su rostro y unos hermosos ojos amielados detrás de unas gigantes gafas de marco blanco, siempre con ropa colorida y grande que le hacía lucir más pequeño.

A pesar de que en cuya descripción resaltaba su belleza, esta era la causante de que fuese rechazado socialmente, pues eran características evidentes de un doncel.

En la sociedad, ser un docel era la definición de un ser inservible y débil.

Su abuela solía decirle que su belleza no debía verse como un signo de debilidad o inferioridad, sino que, las personas como él eran únicas y que siempre serían el centro de la envidia y la codicia.

Porque era verdad, Jimin era muy codiciado y enviado.

Y fue ahí cuando el gran problema surgió. Jimin se mudó a Seúl para estudiar la universidad y conoció a un hombre llamado Taemin. Un chico un par de años mayor, que estudiaba arquitectura en una de las facultades de su universidad.

Se conocieron en uno de esos eventos en los que las universidades comienzan a reclutar estudiantes. Taemin se aprovechó de que Jimin venía de un pequeño pueblo de Busan y de que no conocía para nada del gran Seúl. Se trataron un par de meses y en menos de un año se hicieron pareja.

Taehyung nunca estuvo de acuerdo con su relación, y solía llamarlo "patán". Pues después de unos meses de que comenzaran a salir, Taemin mostró su verdadera cara.

Jimin nunca ponía límites y lamentablemente se repitió la historia de alguien más maltratándolo, más sin embargo ahora dentro de una relación llena de toxicidad.

Su mejor amigo ya no pudo defenderlo más, pues había viajado a una agencia en Daegu para debutar como modelo.

Jimin duró un largo año junto a ese hombre, quien lo maltrató durante toda su relación.

Taehyung estaba seguro de que Jimin no lo dejaría, pues ni siquiera consideró el romper con él, el día que recibió una llamada suya llorando y diciendo que había atrapado a Taemin besando a una mujer y que eso no era todo, que incluso se molestó y le gritó por haberse metido en sus asuntos, como si le estuviese diciendo que él podía hacer lo que quisiera aun estando con él.

No lo dejó, en lugar de eso se disculpó por espiarlo y seguirlo.

Jimin ya no podía soportar más aquello. El como quien decía amarlo, simplemente lo manipulaba y lo tenía entre sus manos para lastimarlo.

Quería. No, debía terminar con todo y eso hizo.

Le demostró que Park Jimin no es tan tonto como él lo cree.

• • •

—Oye, Jimin. Amigo, estás por terminarte la botella tú solo.

—Sólo un poco más.

—Jimin... Es tarde.

—¡Ese...! ¡Ese maldito!

Y sí, Jimin tenía cuatro horas con dos minutos que había terminado con Taemin. Y no porque planeaba hacerlo desde hace un mes, sino, porque lo encontró con una mujer en su departamento.

En su propio departamento y en su cama.

—Creo que no fue buena idea venir aquí... —titubeó.

—Jackson.

—¿Qué?

—Tú... Tú eres mi amigo desde que Taehyung me dejó.

—Por lo que me has contado... Tú fuiste quien dejó de hablarle a Taehyung.

—Entonces, ¿Eres...? ¿Eres mi amigo o no?

Jimin estaba totalmente borracho. Su voz sonaba distorsionada y sus ojos -que de por si no se notaban- no miraban hacia ninguna dirección. Su cabello grisáceo estaba alborotado, sus mejillas y nariz rojas, y que ni se diga del hinchado de sus ojos a causa de que llevaba exactamente una hora con siete minutos llorando.

—Sí, soy tu amigo. Y como tal, te digo que lo mejor es ir a casa.

—Vete tú... D-después yo tomaré un taxi y... meeee... voy a mi casa.

—Jimin. Ahora vives en mi casa. Y no, no te dejaré solo. Es muy peligroso.

—No... importa —dijo, entre hipidos.

—¿Cómo qué no?

—Lárgate.

—Jimin...

—¡Lárgate como los demás lo han hecho! —sollozó, empinándose la copa, sintiendo el alcohol quemar su garganta.

Jackson lo miró.

Eso le había dolido.

—¿Por qué sigues aquí? Ya te lo dije, no necesito a nadie a mi lado. Todos me dejarán al final.

Jackson no sabía que pensar. No quería dejar a Jimin sólo en un bar, pero tampoco quería quedarse y seguir siendo humillado por su único amigo.

—Sabes... Sabes que yo nunca te dejaré solo.

—Taehyung era mi mejor amigo. ¿Y en dónde está ahora? ¿Acaso está aquí? Si él siguiera siendo mi amigo estoy seguro que jamás me hubiera acercado a ti y a tu estúpida cara.

Eso sí que había cruzado la línea, y Jimin al darse cuenta de eso ya era demasiado tarde, pues su amigo había salido de ahí a toda prisa.

—Maldición... —maldijo, sobando su sien.

Incluso Taehyung lo hubiera desconocido. Jimin no es así y el alcohol mezclado con su impotencia lo había hecho comportarse de esa manera. Si estuviera en su juicio seguro que se hubiera ido después de eso, pero como fue de esperarse, se quedó ahí por un largo rato. En el que bebió como si su vida dependiera de ello, copa tras copa, y cada gota de ellas.

—¿Puedo acompañarte?

Jimin levantó la cabeza, y asintió. Observando con una sonrisa boba a aquel chico encapuchado sentarse frente a él.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
"Un par de copas"  →YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora