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—¿Veintidós años? ¿Bromea? —se quejó, mirándolo con cierto enfado.

—¿Que querías que dijera? —bufó, cruzándose de brazos—. "Papá, mamá, me casé con un niño de dieciocho años".

—Diecinueve —corrigió, ceñudo—. Y no, no soy ningún niño.

—Lo eres.

—¿Entonces me está diciendo que le gusta meterse con niños? —sintetizó, con el rostro rojo de la furia—. ¿Y ahora qué voy a decir si me preguntan en qué trabajo o qué es lo que hago en mi vida a los veintidós? Cuando ni siquiera he terminado la universidad. Mentir sobre mí solo hace que las cosas se empeoren.

—Todo es una mentira, da igual —Levantó los hombros y luego llevó su mano hacia su bolsillo, sacando de ahí una cajetilla de cigarros.

Ambos se encontraban afuera de la casa, específicamente en el patio trasero. Se habían tomado el tiempo para hablar, mientras los demás parecían estar lo suficientemente distraídos como para pasar por desapercibidos.

—Esto es una tontería —murmuró, llevándose las manos al rostro, en un intento de disipar su frustración—. Me voy, quiero irme ya —demandó, dándose la media vuelta.

—Un momento —Le detuvo—. Tú no irás a ningún lado.

—Ah, ¿sí? ¿Me obligará a seguir con su juego? Simplemente les hubiera dicho que nos arrepentimos del matrimonio y se arreglaría todo.

—No es tan fácil como lo crees —sentenció, sin soltarlo del brazo, mirándolo con el rostro lo suficientemente serio como para intimidarlo, y lo estaba logrando—. Esto no hubiera pasado si fueras una persona responsable.

—Ninguno de los dos está en disposición de hablar sobre responsabilidad —contestó, manteniéndose firme—. Sus padres son tan buenos, que hasta me da lástima engañarlos.

—No deberías preocuparte por eso.

Lo soltó.

—En tres meses ya no sabrás nada de ellos.

—¿Eso me da el derecho de mentirle en la cara a su familia? ¿No le da vergüenza? Hay que terminar las cosas aquí, antes de que empeoren.

—Nada empeorará si te mantienes al margen, lo único que tienes que hacer es mentir. Algo que al parecer se te da perfectamente —dijo, sin dejar de mirarlo—. Recuerda las condiciones detrás del contrato —le remarcó, con los ojos bien abiertos—. Tus padres se enterarán si no cumples tu parte.

El cuerpo de Jimin se estremeció ante la mirada impotente del hombre, se sentía tan diminuto a su lado que le causó un escalofrío que le recorrió por completo.

—¡Oh, aquí están!

La madre de Yoongi hizo aparición. Jimin se alejó del pelinegro, quien carraspeó la garganta y desvió la cabeza.

—El postre está servido, vamos —invitó, tomando a Jimin del brazo, quien no pudo negarse y le siguió el paso, seguido de Yoongi, el cual se apretaba el puente de la nariz en señal de estrés.

Les esperaba una larga noche.

• 🥂 •

Jimin se mantenía sentado en uno de los grandes y elegantes sofás, mirando con tranquilidad el ambiente que se había formado en la familia Min. Todos parecían llevarse bien y eso de alguna manera le tranquilizaba un poco, pues no tenía que preocuparse tanto por lo que estuviera sucediendo mientras él se encontrara ahí.

—Creo que es momento de presentarte con todos —La mujer de vestido elegante se puso de pie, a la vista de todos—. Nuestra familia está conformada por cuatro integrantes. Como sabes, Yoongi tiene un hermano mayor —comentó—. Seokjin no pudo presentarse por cuestiones de trabajo —La voz de la señora cambió por completo al mencionarlo—. Es un muchacho muy responsable y comprometido a su trabajo.

"Un par de copas"  →YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora