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—Pero si estás aquí, Jimin... —recibió, alegre.

—Lo siento por no poder venir a verte antes, abuelito. —El señor Lee sonrió al escuchar a Jimin llamarle así, de una manera tan tierna y casi cariñosa, como Jimin solía ser siempre.

Había pasado una semana y la salud de Jimin había mejorado casi por completo, logrando así sacarse a Taehyung de encima, quien lo seguía constantemente para que no volviera a caer en cama por sus descuidos.

—No pasa nada, hijo —contestó, dejando una pila de libros sobre el mostrador—. Mira, llegó esta mañana —avisó, extendiendo un libro con pasta azulada, con un planeta y un niño con bufanda sobre el.

—¿El principito? —preguntó, con una sonrisa entre sus labios, tomando el libro y acariciando la portada con la yema de sus dedos.

—Pensé que te gustaría tenerlo —dijo, mirando con cariño al joven frente a él—. Además, tu cumpleaños fue hace dos días, y no pude regalarte nada bueno...

—Esto es perfecto, gracias. —Sonrió, sacándose la mochila para guardar el libro y no olvidarlo.

—¿Cómo has estado?

—Bien, un poco ocupado con la escuela —explicó, omitiendo la parte donde estuvo enfermo por casi una semana.

—Y en tu nuevo trabajo moderno —rio, provocando una risa tímida en Jimin.

—Si por mi fuera me quedo aquí contigo —suspiró, recargando los codos en el mostrador—. Extraño mucho pasar las tardes aquí. —Hizo un puchero, para luego mirar al señor Lee, quien le escuchaba con atención—. Pero necesitaba un trabajo más para poder cubrir mis gastos... Y ayudarle a mamá aunque sea un poco con la escuela.

—Debe ser muy complicado que un niño de diecinueve tenga tantas responsabilidades encima... —bufó—. Más cuando no hay trabajo, o...

—O no se lo dan a los donceles, lo sé. Pero extrañamente conseguí el trabajo tan pronto como me presenté y mencioné que era uno. Estaba pensando en ocultarlo, pero no ganaría nada con eso —continuó, recibiendo un asentimiento de Lee—. Además... —Frunció el ceño, como si estuviera pensando—. La mayoría de los meseros son donceles, incluso el que prepara las bebidas.

—Quizá solo lo estás pensando demasiado. —Picó la frente de Jimin con su dedo—. Me siento muy orgulloso de ti, pequeño. Has logrado mucho tú solo, estoy seguro que terminarás tu carrera con mucho éxito.

—Gracias... —contestó, sonriendo—. Aunque, respecto a la carrera...

El celular dentro de su bolsillo comenzó sonar; provocando en él una mueca que fue muy obvia para el señor Lee.

—¿Hola?

—¿Ocupado?

—No del todo... —contestó, apretando la tela de su suéter—. ¿Pasa algo?

—Pasa que necesito de tu ayuda, ya. Ahoraexigió.

—¿Tiene mucha prisa?

—Iré a recogerte a la cafetería a las siete.

¿A dónde me llevará?

—A conocer a mis padres.

El corazón de Jimin se agitó. ¿Tan pronto? No puede ser...

Para cuando Jimin quiso decir algo, el señor Min había colgado.

—¿Algún compromiso? —cuestionó. Jimin miró el reloj en su muñeca, estaban por dar las tres.

—Un trabajo en equipo —mintió, con la mirada apagada—. Tengo que irme... —Se colocó la mochila sobre el hombro—. Gracias por el libro, abuelito. Vendré el domingo a verte —se despidió. El señor Lee asintió, despidiéndose de él con un movimiento de mano.

"Un par de copas"  →YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora