Killua Zoldyck, un chico reservado y poco popular recientemente ha empezado a recibir cartas de amor, una persona misteriosa se ha hecho notar ante él con sus emotivas y dulces palabras, que poco a poco podrían ir cautivando su corazón.
¿Podrá algú...
—Idiota, no digas cosas vergonzosas— carraspeó con vergüenza.
El pelinegro hizo un puchero de inconformidad y bajó la cabeza por un momento.
—Killua, ¿Qué quieres ser en tu otra vida?— la pregunta tomó desprevenido al albino quien no respondió, pero su mente seguía analizando la pregunta.
—¿Y tú?
—¡En mi próxima vida quiero ser yo y conocerte de nuevo!
—¡IDIOTA!
Que agradable sueño tuvo esa noche, un vago recuerdo de su mejor amigo, se había quedado dormido en medio de la biblioteca.
Pero no podía culparse, la fiesta que había organizado el amigo de su hermano mayor en su casa no le permitió pegar un ojo.
Esa cena navideña no trajo más que ojeras y migraña al pobre Zoldyck.
Odiaba estar en casa por ese motivo.
—Gon...
Susurró inconcientemente el nombre del niño azabache que hace años dejó de ver.
—¿Si?— una voz familiar respondió a su derecha.
Con somnolencia volteó un poco aún recargados su brazos y cabeza sobre la mesa.
—¿Eh?
Se trataba de su acompañante de biblioteca, quien parecía escrutar un un libro con excesiva concentración, casi podía divisar humo escapar de sus oídos.
—Gon...— volvió a repetir.
—Mmh
—¡Hey!— tomó de sus manos el libro que el pelinegro analizaba, recibiendo un gesto de enfado por parte de este.
—¿Has escuchado lo que he dicho?— exclamó lo más bajo que pudo.
Los ojos del azabache viajaron hasta uno de los libros cercanos a Killua.
—No, ¿sucedió algo?— preguntó con el rostro empezando a encenderse de un fuerte carmín.
—Es que-
—¡Mira la hora!— señaló su muñeca, en la cual no había rastro de algún reloj —¡nos vemos Killua!— tomó la mochila de una de las sillas más cercanas y corrió tal cual alma que lleva el diablo.
—Pff...— rió con diversión el chico que había sido plantado en el lugar, pero la diversión duró poco, ya que tras tomar su mochila notó que no era la suya, esta era una amarilla con decoraciones triangulares y de forma cuadrada, ¿Cómo es que se había equivocado cuando sus mochilas eran tan distintas?
Con velocidad tomó la pertenencia ajena y corrió tras el pelinegro con la esperanza de alcanzarlo.
Fué fácil, Killua era bastante rápido.
Entre la gente se distinguía su cabellera negra peinada hacia atrás caminando rápidamente por la acera.
Tomó su brazo, recibiendo un fuerte codazo que le quitó el aire de los pulmones.
—Aghh... I-idi-idio-
—AHH, ¡KILLUA LO LAMENTO MUCHO!— tomó su mano y lo ayudó a estabilizarse dándole palmadas en la espalda.
El albino después de soltar arcadas de dolor por varios minutos empezó a regular su respiración.
Un golpe suave aterrizó en la cabeza del azabache.
—No escaparás esta vez— sin soltar la mano del chico y empleando algo de fuerza, lo guió a rastras hasta un pequeño parque, el cual se encontraba lleno de niños que jugaban con la nieve, también habían parejas que caminaban tomadas de los brazos. El ambiente navideño ya era parte de la ciudad cubierta de blanco.
—Uh...
—Me hablarás sobre el por qué me ocultas tu nombre y todo lo demás...
Ambos se sentaron bajo un árbol seco, uno carente de hojas.
Pero eso solo durará un poco más, llegára la primavera, entonces todo mejorará para él, se convertirá en un hermoso cerezo capaz de sentir la vitalidad de otras personas y transmitirles buenas vibras.
¿Alguna vez has escuchado que al abrazar un árbol, este te otorgará buena suerte?
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¿Por qué aparecen los pájaros de repente cada vez que estás cerca? Como yo, anhelan estar Cerca de ti
¿Por qué las estrellas caen del cielo cada vez que pasas? Al igual que yo, anhelan estar Cerca de ti
El día que naciste Los ángeles se juntaron Y decidieron crear un sueño hecho realidad Entonces rociaron polvo lunar en tu cabello plateado Y la luz de las estrellas en tus ojos azules
Por eso todas las chicas de la ciudad Te siguen, a tu alrededor Como yo, anhelan estar Cerca de ti, anhelan estar Cerca de ti...
Ten una feliz navidad, realmente lo deseo.
—GansterF
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