𝐄𝐦𝐩𝐞𝐳𝐚𝐫 𝐝𝐞 𝐧𝐮𝐞𝐯𝐨 ☀️

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El crujido de un par de ramas siendo aplastadas perturbaba sus sentidos.

Killua se irritaba con facilidad ese día gracias a la falta de sueño.

—Killua, nos has evitado durante bastante tiempo, y te hemos notado realmente mal— habló Kurapika con genuina preocupación.

Leorio y Retz asintieron ante la afirmación del rubio, miradas cómplices que parecían esconder algo que él no llegó a notar. Tampoco notó lo extrañamente serio que su amigo de lentes estaba.

El suelo era incómodo, la tierra lo era.

Cuando se sentó sobre ella junto a Gon, era distinto.

Otro de sus pensamientos intrusivos.

Sus labios parecían listos para articular la primera mentira que se le ocurriera, pero el timbre anunciante tomó la atención de sus acompañantes y se levantaron abruptamente alertando al desorientado albino.

—¡Hablaremos más tarde!— gritó Retz alejándose de él seguida de Kurapika.

Era hora de regresar a su salón.

Su cuerpo pesaba, se sentía incapaz de ponerse de pie, se sentía realmente estúpido.

Una mano se asomó a su vista, y sin mucho pensar la tomó.

—Vamos— mencionó Leorio con una sonrisa débil, tal como un padre miraría a su hijo. O tal vez a un cachorrito perdido.

El Zoldyck finalmente había llegado a su límite, sus párpados se batallaban por continuar abiertos, arrastrando los pies siguió a su amigo a un lugar calmado, se dejó recostar en algo cálido y la calma del lugar le permitieron conseguir paz al fin.

Es suave

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Es suave.

Fué su primer pensamiento al poder movilizar sus dedos, la luz lastimaba sus pupilas y un molesto sonido se hizo presente, finalmente abrió los párpados en cuando se acostumbró a la claridad que proporcionaba el foco de la habitación, tomó asiento en la cama de sábanas blancas que le proporcionaban cobijo, entonces supo en dónde se encontraba.

El olor a medicinas y desinfectante eran característicos de la enfermería de su preparatoria.

—Al fin has despertado— comentó Leorio a su derecha leyendo una revista con tranquilidad.

¿Qué sucedía?

El de cabellera negra suspiró, dejando a un lado su lectura miró con preocupación a su amigo.

—Deberías cuidar más de tí, no estás bien ahora mismo— la mano del más alto se posó sobre su propio mentón restregándolo con dureza.

Killua no era capaz de enfrentarlo, nunca fué capaz de expresarse debidamente, y odiaba eso.

Pero no podía preocupar más a sus amigos.

Tratando de no fruncir el entrecejo miró a Leorio.

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