Reencuentro

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Al día siguiente, Draken y Baji acompañaron a Midori a su casa para ir por el resto de sus cosas. No tenía miedo pues sabía que Haru no aparecería, también porque iba acompañada. Mitsuya se quedó en casa para cuidar de las niñas.

Cuando llegaron se sorprendieron al ver la sala destrozada. Pusieron detrás de ellos a la chica para protegerla en caso de que fuera un ladrón. Al fondo en la cocina se escucharon sollozos, a paso lento se acercaron. La dueña de ese ruido era Mei, quien se veía muy mal mientras lloraba. Alzó la cabeza cuando sintió la presencia de alguien y miro enfurecida a Midori.

— ¡Tu! — la señaló gritándole — Todo es tu culpa. ¡Gracias a ti mi pobre hijo está en prisión!

— Su hijo se lo ganó a pulso, señora Sawada — menciono el rubio de forma calmada. Aún así le molestó su comentario —

— ¡Es Takahashi! Y se equivocan. Él era un buen hijo — decía entre gritos sin dejar de llorar —

— ¡Tu hijo siempre me golpeaba! Enfrente de ti y nunca dijiste algo — la chica contesto con un poco de enfado — Hizo que sus amigos abusaran de mi y le dejaste hacerlo. ¡Haru era un complemento idiota!

Mei se acercó levantando su mano dispuesta a darle una bofetada a la chica, pero el pelinegro se interpuso deteniéndola.

— Quiero que te largues junto con esta niñita a la que dices hermana — se apartó de ellos aún molesta —

— No tiene que decirlo, sólo venimos por el resto de sus cosas — mostró su característica sonrisa dejando ver sus colmillos —

Guardaron lo que restaba de cosas en varias maletas. No eran muchas sus pertenencias. Salieron de la casa ignorando por completo a Mei. Esa señora si que estaba igual de loca que su hijo.

Caminaron en silencio a la par. Se detuvieron al oír qué la chica empezaba a llorar. Ambos jóvenes se miraron mutuamente, buscando una forma de consolarla.

— Estoy bien, solo... — limpia sus lágrimas — no puedo creer que mi padre se casara con alguien así.

— Fingió muy bien frente a él. Pero ya no la necesitas. Además pronto serás mayor de edad — menciono Draken retomando la caminata — La custodia de Kyoko ya no será un problema y podrás conseguir un trabajo mejor pagado.

— Y por sobre todo, nos tienes a nosotros — con un brazo la atrae para abrazarla mientras caminaban —

— Muchas gracias. Realmente no se que haría sin ustedes — sonríe tiernamente a ambos —

Pasaron un par de semanas, Kyoko se había recuperado por completo, regreso a sus clases normales y a las de dibujo. Midori por su parte encontró una mejor oferta de trabajo.

Durante ese tiempo estuvo pensando en gastar sus ahorros para buscar un departamento pequeño. No quería molestar por siempre a Mitsuya, aunque esté le dijo que podía quedarse en su casa los días que necesite.

Hina aún tenía muchas dudas y preguntas sobre su amiga, pero esperaba paciente a qué ella le contara en su momento.

Una tarde, aprovechando que tenía su día libre y Kyoko seguía en sus clases, decidió ir a casa de Hinata. Compró un pequeño pastel para acompañar la visita. Tocó la puerta dejando salir a la peli rosa.

— ¿Mimi? — se asombró de verla, no era normal que la visitará —

— Hola Hina ¿Tienes tiempo? Quisiera hablar contigo. Mira — le muestra una cajita mientras sonreía — Traje pastel de fresas para comer.

— Siempre tengo tiempo para Mimi. Adelante, iré a preparar té — se mueve para que la chica entre y cierra la puerta una vez dentro — ¿Te parece bien de menta?

Corazón encadenado | Tokyo Revengers | MikeyxOcDonde viven las historias. Descúbrelo ahora