⁰²× 𝕾𝖎𝖈𝖐 𝖔𝖋 𝖞𝖔𝖚

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•𝕬𝖉𝖗𝖎𝖊𝖓

Mi respiración era agitada, mi pecho subía y bajaba con rapidez en busca del oxígeno necesario para llenar mis pulmones mientras mi frente estaba totalmente cubierta por las espesas y  saladas gotas de sudor.

De un salto me levanté de la cama tratando de regularizar mi respiración pero me era imposible el hacerlo, ya podía sentir de nuevo aquella sensación de ansiedad atacando mi cuerpo, con mis manos temblando las lleve a mi rostro, estaba hiperventilando y no quería hacerlo, no ahora que llevaba una semana de avance en que los recuerdos no volvieran a mi para atormentarme en los sueños.

Hice el vago intento de llevar mis piernas hacia mi pecho, cerré los ojos y con ayuda de mi mano comencé a contar hasta el número cien para luego volver hacerlo de nuevo, recordé las palabras que una vez me dijo la psicóloga cuando fuí a la única consulta con ella e imaginé a mi madre, imaginé a Emilie de Agreste sonriendo de manera preciosa y con sus bellos ojos esmeralda mirándome directamente a mi, mientras me espera con los brazos abiertos y yo corriendo hacia ella como cuando era un crío que apenas aprendía a andar.

Las lágrimas ahora era quienes decoraban y mojaban toda la zona de  mi rostro hasta llegar a mi cuello, permanecí así hasta que el asqueroso sonido de la alarma que provenia de mi celular me obligó a distraerme de mis pensamientos, cogí entre mis manos el celular y cansado de que la puta música de la tediosa alarma siguiera sonando por lo alto, terminé por aventarlo hacia la pared frente a mi, acabó por estrellarse y provocar un sonido en cuanto se impacto con el concreto de la pared para luego caer al suelo, hecho una mierda y partido por la mitad pero poco me importó lo que le pasó al celular, tenía cosas más importantes en que pensar que un estúpido y jodido teléfono roto, más tarde podría pasar a una tienda del centro comercial de la ciudad y comprar otro smartphone a la cuenta de Gabriel.

Tiré de las sábanas hasta retirarlas de mis piernas por completo, en cuanto me puse de pie fuera de la cama, estás cayeron al piso de madera de mi cuarto, ni si quiera me preocupe por hacer la cama porqué para eso había gente en la casa para hacer la limpieza, gente a la que Gabriel le pagaba muy bien, por cierto.

Caminé hasta el cuarto de baño que tenía en mi pieza para darme un relajante baño con agua caliente e ir a la estúpida preparatoria para ver la cara de los mismos estúpidos compañeros de siempre, como todos mis jodidos días, de lunes a viernes.  Me quite el pantalón de la pijama y los bóxers negros que traía puesto para después meterme bajo la regadera y abrir la llave de agua caliente y fría para regularizar la temperatura del agua y que está saliera no tan fría pero tampoco que me quemara los poros de la piel, me coloqué debajo del líquido que caía hasta mojar mi cuerpo y decorarlos al instante con gotas cristalinas de agua.

Tenía una enorme lucha interna con mis pensamientos y recuerdos de aquel asqueroso día en al que todo a mi alrededor se jodió y se fue directo a la mierda, justo en dónde todo lo que me rodeaba perdió sentido para mí para luego solo ver las cosas en tonos grises, como normalmente eran mis días desde hace tres años casi  llegando a los cuatro.

Deje caer el shampoo sobre mi cabello, lugar en dónde se produjo la espuma blanca que bajo hasta mi pecho y siguió su camino aún más abajo, pase mis manos por mis brazos y torso para esparcir el jabón y justo cuando llegue a la gruesa cicatriz que se mostraba en la piel de mi costilla derecha me ví de nuevo en aquél fatídico día, cuando la muerte estuvo tan cerca de mí que sentí como me respiro justo en la nuca más nunca se animó a llevarme como a ella, se arrepintió a medio camino y me dejó moribundo entre los fierros de aquella cosa.

Todo había sido culpa de él, el único culpable de su muerte era él, él merecía morir por todo el mal que le causo, pero no, este se tenía que llevar a una persona buena y justo cuando perfectamente no se lo merecía, había aprendido a golpes que la vida no era justa para nadie y cuando más cree uno estar mejor todo se hecha a perder tan de repente, tan de pronto que apenas te da tiempo de reaccionar, haciendo que la vida de uno dé un giro de ciento ochenta grados, hasta dejarte con un vacío enorme que solo lograba llenar con el sexo que me daban las putas a las que me follaba, alcohol, nicotina y una que otra pastillita de color que me pusiera feliz por unas horas para volver de nuevo a mi realidad hecha mierda cuando el efecto se desvanecía como la niebla, una realidad hecha una reverenda mierda como yo.

•||+¹⁸ᴀᴅʀɪɴᴇᴛᴛᴇ||• 𝕻𝖗𝖔𝖇𝖑𝖊𝖒𝖆𝖙𝖎𝖈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora